Balada

8 Març 2012


La noia rossa que treballa als aspis
espera un fill per la tardor. Passeja
un ventre heroic i té els peus tan inflats
que s’ha hagut d’estripar les espardenyes.

Ara treballa amb pena i cada tarda
se sent mig defallir perquè a la fàbrica
l’estiu és un vesper. Quan l’aspi volta
li roda el cap i tanca els ulls: enyora
la quietud de casa seva, el càntir
d’aigua fresca i el balancí de boga,
la inefable tendresa del marit
que haurà endreçat la cuina i que medita
la pàgina d’esports d’algun diari
a la penombra del terrat, i el lent
passeig de cada tarda de diumenge.

La noia rossa que treballa als aspis
s’entendreix molt sovint i ploraria
si se sabés vençuda pel destí,
incapaç de girar l’ordre dels fets
que algú ha establert.

Quan vingui la tardor
tindrà un fill desimbolt i agosarat
que en fer-se gran serà, potser, paleta
i cantarà enfilat a les bastides
com un home senzill que no tem res.

Autor: Miquel Marti i Pol


La lavandera (Daumier, 1863)

8 Març 2012

La lavandera es el cuadro más conocido del pintor realista francés Honoré Daumier.

Es una de las obras que realizó retratando a las clases humildes parisinas durante el segundo imperio, como Un vagón de tercera de la misma época. De ellas se desprende la impresión de sufrimiento, del trabajo agotador que desempeñan. No obstante, también puede apreciarse que la lavandera es fuerte, robusta, lo que reflejaría su consideración como una heroína, un «monumento a la honradez»; este cuadro es una exaltación de la mujer, trabajadora y madre a la vez.

Si los personajes negativos de las obras de Daumier eran los abogados, los médicos o los profesionales de la Justicia – es decir, los integrantes de la burguesía – los positivos serán los trabajadores, las lavanderas, los campesinos o los actores de feria. En este caso una mujer regresa de lavar la ropa en el Sena acompañada de su hija, que lleva en su mano la paleta para sacudir. Suben por una empinada escalera, lo que está suponiendo un gran esfuerzo a la pequeña como apreciamos por su gesto, mientras la madre la mira casi con compasión.

Distinguimos la mezcla de resignación y de ternura, en la madre que ayuda a su hija para que suba hasta el más alto escalón. Con la pala en la mano, la niña ya parece que se va a dedicar a perpetuar la tarea materna.

Al fondo podemos vislumbrar los tejados de los edificios parisinos sobre los que se recortan madre e hija, obtenidas a contraluz. La ejecución no puede ser más rápida, aplicando una pincelada densa que diluye los negros contornos que sirven de base. Los colores oscuros, tristes, pueden sintonizar con la vida de ambas mujeres mientras que la luz del fondo podría tratarse de un halo de esperanza.

Entre las múltiples variantes del tema se incluyen como complemento “La lavandera” (1895) y “Lavanderas” (1897), ambas del franco-suizo Steinlen. Los gustos de la burguesía se decantan por costureras o bordadoras en idílicas y soledas mansiones.


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