epílogo


Me arrepiento de tanta inútil queja, de tanta
lamentación improcedente.
Son las reglas del juego inapelables
y justifican toda, cualquier pérdida.
Ahora
sólo lo inesperado o lo imposible
podría hacerme llorar:
una resurrección, ninguna muerte.

Autor: Ángel González

Ilustración: Antonio Fabres, “L’avi” (1910)

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