No hay nada más triste que una vela
exhalando su humo agónico
sobre la primera claridad del día.
Porque es profana e impúdica esta luz
que por la mañana regresa para iluminarla casa
y desnudarla de secretos y de sombras,
que ordena de memoria cada cosa
incluso las que creíamos en otro lugar
o definitivamente perdidas.
No hay nada más triste que un cántaro
olvidado en la alacena y sin oficio.
O una almohada no hollada durante la noche…
O quizá nada haya más triste que un cuerpo
dejándose caer en la caricia
sin tomar partido.
Autor: Esteban Martínez-Serra
Ilustración: Alejandra Caballero, “el amor al medio dia”
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