pueblo bretón bajo la nieve (Paul Gauguin, 1894)

Algunas casas con cubierta de paja refuerzan la línea de horizonte y se amontonan alrededor del campanario que está justo en medio. (El marco de arriba corta la punta demasiado aguda de la flecha.) A la izquierda, un acantilado violeta se inclina hacia un cielo de crepúsculo. A la derecha se alzan unos árboles delgados. Todo el suelo está con nieve, rutilante de luces fundidas, magnífico pelaje azul y rosa, piel sobre el suelo frío.

Pueblo bretón bajo la nieve, probablemente pintado en 1894, se encontró entre las últimas pertenencias a su muerte en 1903. Se subastó en Tahití expuesto boca abajo y presentado cómicamente como Chutes du Niagara («Las cataratas del Niágara»).

El cuadro muestra un paisaje nevado con unas típicas casas bretonas de tejados a dos aguas muy inclinadas y con una chimenea ancha arriba. En el centro sobresale la aguja de una iglesia que queda cortada arriba del cuadro. En primer plano y al fondo hay prados cubiertos de nieve. El estilo es un retorno a los orígenes de su pintura, con pinceladas cortas y rápidas según la técnica impresionista para captar la atmósfera de una escena.

El estilo es un retorno a los orígenes de su pintura, con pinceladas cortas y rápidas según la técnica impresionista para captar la atmósfera de una escena. Gauguin utilizó una gama de colores muy alejada del colorismo de sus pinturas tahitianas limitándose al blanco azulado que cubre la nieve que hay en los prados del primer término y que hace extensivo a los tejados de las casas bretonas. Destacan los colores grisáceos muy difuminados salpicados con toques marrones de las fachadas que contrastan con el color marrón de la aguja de la solitaria iglesia.

El paisaje es de Pont-Aven, también reproducido como paisaje de fondo en La noche de Navidad o La bendición de los bueyes.

Es invierno en la Bretaña. Atardece. Las cabañas están cubiertas de nieve. Solo el campanario de Pont-Aven sobresale y unas mujeres acompañan a los bueyes en esta extraña y melancólica procesión navideña que da un aire enigmático a la pintura al óleo.

Todo el cuadro rezuma primitivismo. Un estilo esquemático y simbolista, que el pintor adereza con su habitual libertad cromática.

Una mañana de 1903, el vecino del artista, Tioka, lo encontró muerto a las 11 de la mañana en su cabaña de los mares del sur, confirmando el hecho al practicar una tradición de las Marquesas en la que se muerde la cabeza de alguien para intentar revivirlo. Al lado de su cama estaba un caballete con este cuadro y una botella de láudano, lo cual ha generado especulaciones de que fue víctima de una sobredosis.

Quizás el pintor, sintiendo su final y añorado su tierra natal en su retiro de la Polinesia, lo puso en su caballete para contemplarlo en su agonía. Quizás el sofocante calor de la fiebre le hizo recordar la refrescante nieve del invierno bretón, y en un ataque de morriña decidió rememorar las fiestas navideñas de su tierra con esos colores fríos.

Els comentaris estan tancats.

A %d bloguers els agrada això: