cambra

París era una cambra.
L’amor era una cambra
amb papallones grogues
damunt les parets pàl·lides.
París era una pluja
encobridora i lassa,
omplint d’estels fugaços
la nit desenllunada.
L’amor era una pluja
de mots que ens inventàvem
i càlides tendreses
sobre la pell extàtica.
París era el vell somni
esgarrapat a l’alba,
amb mans com papallones
inhàbils, que s’assajaven
agosarats trajectes
sobre la sang en flames.
La nit era una cambra
minúscula, perduda,
enorme, desbordada,
insomne, tremolosa,
silent, extenuada.
El món era una cambra.
El món érem nosaltres.

Autor: Carmen Guasch

Ilustración: Toulouse-Lautrec, “beso en la cama” (1892)

El beso forma parte de un conjunto de 4 obras, junto con otros 16 retratos de prostitutas que le encarga a  Toulouse-Lautrec el dueño del prostíbulo a rue d´Ambroise hacia 1892. Estas pinturas estarían decorando el salón principal del prostíbulo cuyos temas son de índole lésbica, erótica, pero con connotaciones tiernas. Esto es importante puesto que se ve un cambio en la pintura de Lautrec respecto a esta serie de pinturas. Todas las representaciones que Lautrec lleva a cabo se caracterizan por ser frías, sin cabida a lo emocional o sentimental y sin un mensaje moral. Lo agradable no existe para Lautrec, no tiene sitio en su universo. Esta serie de obras le reportarán gran fama a partir de este momento.

Formalmente se trata de una composición en la que Lautrec plasma una escena de reposo de dos amigas prostitutas que comparten cama. Estas eran amigas del pintor y trabajaban en un burdel.  

En este conjunto de obras sí que se puede apreciar cierta emotividad en las relaciones de las mujeres con sus compañeras. Las composiciones de temática lésbica se empiezan a dar en la pintura de Lautrec a partir de 1890. Esto era algo frecuente en los ambientes de la época, entre las bailarinas y prostitutas de cabarets y burdeles de París.  

Las dos mujeres sobre la cama son pintadas por Tolouse Lautec quien las observa y plasma sus figuras con una técnica casi puntillista y aun vinculada al impresionismo utilizando sombras coloreadas y gradaciones de colores que dotan a la composición de una atmósfera tenue y de cierta intimidad.

Plasma casi como una instantánea el momento en el que las dos mujeres se abrazan y se besan. El artista quiere mostrar cómo en estos prostíbulos las mujeres buscaban el cariño y el afecto de sus compañeras el cual no encuentran ejerciendo su trabajo.

Tolouse Lautrec trabaja esta temática donde predomina lo emocional, erótico y sentimental.

CUARTO

París era un cuarto.
El amor era un cuarto
con mariposas amarillas
sobre las paredes pálidas.
París era una lluvia
encubridora y lasa,
llenando de estrellas fugaces
la noche desenlunada.
El amor era una lluvia
de palabras que nos inventábamos
y cálidas ternuras
sobre la piel extática.
París era un viejo sueño
arañado al alba
, con manos como mariposas
inhábiles, que ensayaban
osados trayectos
sobre la sangre en llamas.
La noche era un cuarto
minúsculo, perdido,
enorme, desbordado,
insomne, tembloroso,
silente, extenuado.
El mundo era un cuarto.
El mundo éramos nosotros.

Autor: Carmen Guasch

Ilustración: Toulouse-Lautrec, “el beso” (1892)

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