En la remota península de Svalbard,
excavada en la piedra de una montaña,
a ciento treinta metros de profundidad,
a una altura que no se inundaría
ni aunque todo el hielo del planeta
se hubiese derretido
(capaz de resistir terremotos, volcanes, radiación),
se halla la cúpula del fin del mundo.
En su interior se custodia un millón de semillas.
Cuando el planeta se inunde
y todos nosotros sucumbamos
a volcanes, terremotos, radiación,
moriremos dejando lo que fuimos:
un puñado de huesos sin plantar.
Autor: Olalla Castro
Ilustración: Hodler, “El segador” (1910)
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