El joven mendigo (Murillo, 1650)

El niño mendigo, también conocido como Niño espulgándose, es una pintura barroca de Bartolome Esteban Murillo de 1650.

El cuadro muestra a un joven sentado en una esquina de un desangelado interior intentando quitarse un piojo que le molesta. Junto a él, aparecen un cántaro y un capazo, que representan su oficio como aguador y repartidor.

Murillo ha sido mundialmente conocido por ser el pintor barroco de las Inmaculadas, pero en su extensa obra, también realizó un tipo de pintura realista y de carácter social. Entre 1640 y 1655, el joven Murillo, influenciado por el auge de la literatura picaresca del Siglo de Oro y también por la doctrina de la justicia social propia de los franciscanos, comienza a formarse una conciencia social muy fuerte que le lleva a retratar temas propios de la época. Plasmó en sus lienzos niños mendigos y personas desamparadas; niños mendigos y algo pícaros, descalzos y malvestidos, como fiel reflejo de las profundas diferencias sociales de la época barroca donde Murillo actúa como cronista social especialmente dotado de una mirada crítica.

Sin embargo, el carácter de drama social de sus retratados no le influyó para captarlos siempre con amabilidad y ternura, sin expresar dolor o miseria.

Murillo representa un ejemplo de pobreza, pero el espíritu amable con el que compone su obra basta para alejar la sordidez del tema, que se queda en mera escena de género.

Los especialistas consideran que este Niño espulgándose es la primera obra de carácter costumbrista de las realizadas por Murillo. El pequeño aparece en una habitación, recostado sobre la pared y quitándose las pulgas que acompañan a sus ropas raídas. En primer término aparece una vasija de cerámica y un canasto del que caen algunas piezas de fruta. La figura está iluminada por un potente haz de luz que penetra por la ventana desde la izquierda, creando un fuerte contraste con el fondo que sirve para crear una mayor volumetría. La luz también refuerza el ambiente melancólico que define la composición, destacando el abandono en el que vive el muchacho. El marcado acento naturalista que refleja la escena tiene como fuentes a Zurbarán y Caravaggio, trayendo también a la memoria las escenas costumbristas de la primera etapa de Velázquez.

Por influencia claramente del pintor italiano Caravaggio, Murillo introduce en la escena un fuerte claroscuro mediante el fuerte foco de luz que entra por la ventana lateral. Este tenebrismo, junto con la marcada diagonal de la composición, ejemplifican los rasgos más característicos del Barroco español.

En cuanto al cromatismo, dominan los colores amarillentos y castaños, desde los más claros hasta los oscuros, casi negros.

Por las mismas fechas pinta éste otro cuadro, “Dos niños comiendo melón y uvas”.

Dos niños harapientos en una calle de Sevilla devoran con fruición un melón amarillo y racimos de uva. Esta debía ser una estampa cotidiana en la España del Siglo de Oro, un período histórico en el que la crisis económica y la decadencia del Imperio español convivían con el máximo esplendor del arte barroco.

Los dos pilluelos están la fruta, posiblemente robada, con verdadera ansia. Van vestidos con harapos y están tirados en la calle. Muestran un gesto de pillines y golfillos en sus miradas cómplices de lo que han hecho. Se puede ver sus uñas negras, sus ropas raídas, los pies sucios y el aspecto desaliñado. Como curiosidad, hay varias moscas en el melón y el niño del moflete hinchado acaba de escupir una pipa que vuela por el aire.

Es un cuadro naturalista porque muestra la realidad tal como es, con sus imperfecciones y fealdades. Murillo hace gala de una extraordinaria sensibilidad al pintar a los chiquillos con una gran dignidad y con un cariño exquisito que nos hace cómplices de sus andanzas y nos mueve a una sonrisa comprensiva.

Esos niños andrajosos, con sus vestiduras rotas, con sus pies sucios, sacados de alguna callejuela de Sevilla al final de cualquier verano de mediados del siglo XVII; pícaros y mendigos, lazarillos y buscones  en este lienzo parecen gozosos y felices. Más que compasión nos inspiran ternura.

 

2 Responses to El joven mendigo (Murillo, 1650)

  1. hi
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  2. […] Carlos ha enviado el cuadro titulado “Joven mendigo”, del pintor sevillano Murillo. En la actualidad se encuentra en el Museo del Louvre, en París.  “El cuadro muestra a un joven sentado en una esquina de un desangelado interior intentando quitarse un piojo que le molesta. Junto a él, aparecen un cántaro y un capazo, que representan su oficio como aguador y repartidor”. (Blog de Javier) […]