pan y trabajo (Paco Cuadrado, 1960)

En Pan y trabajo se nos presentan tres muchachos, dos chicos y una chica, en alusión a la típica organización ternaria de las células comunistas campesinas. Los muchachos del centro y de la izquierda son en realidad la misma persona. El personaje del centro parece ser el líder del grupo y se dirige hacia el espectador tratando de comunicarle algo, mientras sus compañeros le miran expectantes. Repárese en la acentuada simetría del cuadro, subrayada por la colocación de las figuras laterales, la dirección de las miradas, los instrumentos de labranza esgrimidos casi como armas y la postura de las manos de la figura central. Esta simetría no es, ni mucho menos, casual, sino premeditadamente buscada al objeto de conferir al cuadro un aura casi sacral, un halo de misticismo que, por supuesto, tiene mucho que ver con la dignidad y el empaque que se pretende otorgar a la escena. A todo ello no es ajeno, probablemente, la extraordinaria admiración del artista por la pintura flamenca, cuya influencia es más que perceptible en algunos de los cuadros de estos arios.

Estampa Popular fue una red de grupos artísticos antifranquistas de la década de los sesenta, activos entre 1959 y los primeros años de la Transición. Su obra se desarrolló principalmente en el ámbito del grabado para facilitar su producción y divulgación en la clandestinidad, en el contexto represivo del franquismo. ​La red contó con una estructura descentralizada y grupos autónomos en Sevilla, Córdoba, Vizcaya, la Comunidad Valenciana, Cataluña y Galicia.

En Sevilla, varios artistas de Estampa Popular, como Francisco Cortijo y Cristóbal Aguilar, que fueron compañeros de estudios, se formaron en la Escuela de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría. Benjamín Palencia, Rafael Zabaleta y Godofredo Ortega Muñoz, que les causó un gran impacto.

La primera exposición del Grupo Sevilla de Estampa Popular en 1961 fue también la primera exposición de Francisco Cuadrado. La estrecha relación de camaradería, que entrelazaba la amistad, la militancia política y el arte, hizo que Cristóbal, Cortijo y Cuadrado se embarcaran juntos en muchas empresas colectivas de todo tipo.

Francisco Cuadrado Lagares (Paco Cuadrado) (1939-2017) fue un pintor sevillano, miembro representativo del realismo social en la pintura española de los años 60 y 70 a través del grupo conocido como La Estampa Popular. Nació en 1939 en el barrio sevillano de Retiro Obrero, en el seno de una familia trabajadora. Asistió a la Escuela de Artes y Oficios donde estudió Dibujo a lo largo de varios años, al tiempo que asistía a clases en el Ateneo de Sevilla, donde conocerá a Justo Girón y Roberto Reina, pero será a partir de 1957, tras su entrada en la Escuela Superior de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría, cuando su formación artística recibirá un nuevo y definitivo rumbo. Allí conoció a Francisco Cortijo y Cristóbal Aguilar, con quienes trabaría una intensa amistad personal, artística y política, que desembocó en la formación del grupo de Sevilla de Estampa Popular, un movimiento de creación artística dentro del realismo social, formado por varios grupos de artistas de Córdoba, Madrid, Bilbao y Sevilla, que reivindican a través de sus pinturas y grabados la urgencia de la lucha popular antifranquista, mostrando la dura realidad del campesinado andaluz en sus óleos y grabados sobre linóleo. Por su militancia política, Cuadrado pasó un total de cuatro años en prisión entre 1964 y 1972. Durante este periodo creó sus obras más reconocibles, una serie de grabados que reflejaban la dura situación del campesinado de Andalucía.

En Las costureras (1965) es difícil establecer dónde termina la obra de contenido social y comienza a aparecer el cuadro de tipo costumbrista, suponiendo que sea legítimo establecer esta distinción. Indudablemente se trata de un tema de época, de un modesto homenaje a las mujeres que por los años 50 se ganaban la vida cosiendo para la calle trajes, manteles, ajuares, etc, realidad que Cuadrado debía conocer muy bien, puesto que su madre se había dedicado a esta actividad con el fin de engrosar el magro presupuesto familiar. En una breve descripción del cuadro se observa que nos encontramos en el interior de un obrador en el que tres muchachas, en realidad la mujer del pintor tomada desde distintos ángulos, se afanan en su tarea de costura, mientras, a la izquierda, son contempladas por una anciana, y, a la derecha, por dos niños que se asoman a un balcón. En el centro, en la parte superior, el espacio se prolonga a través de líneas de fuga muy pronunciadas hacia lo que parece ser un patio de vecinos.

Francisco Cortijo Mérida (1936-1996) se perfila en la primera mitad de los sesenta como el miembro más activo de Estampa Popular de Sevilla. Su obra pictórica de los años sesenta se, incluye dentro del realismo social y roza la caricatura, con la que pretendía popularizar el arte a través de los grabados. Luego su pintura se volvió más intimista, dedicada a bodegones y retratos. Su obra reproduce figuras de los campesinos y de niñas infinitamente solas, sin edad y sin nombre, saltando a la comba de perfil o vueltas de espaldas, con los brazos extendidos, por las calles de villorrios y suburbios abandonados, imagen verdadera del vacío y de la tristeza. En esa época, tanto en los seres animados como en las naturalezas muertas, Cortijo define cuerpos sólidos, compactos, volumétricos, tallados con pincelada áspera y apretada, herederos directos del joven Velázquez, de Zurbarán, de Valdés Leal.

La producción plástica de Cortijo durante más de veinte años, hasta principios de los ochenta, se vincula a un realismo descarnado y sin concesiones, cuya máxima preocupación es el rostro y el cuerpo del hombre.

Cristóbal Aguilar Barea (1939-2019) es hijo de una familia obrera proveniente de Morón de la Frontera. Jerónima es la segunda hermana de la familia. Su padre, Juan, era de oficio carpintero y su madre, de nombre Josefa, fue alfarera. A los once años ingresó en la Escuela de Artes y Oficios de Sevilla para en 1954 pasar a la Escuela Superior de Bellas Artes “Santa Isabel de Hungría”, de la Universidad de Sevilla.

Las máscaras, los disfraces y el universo carnavalesco, tan presentes en la obra de Cortijo, ejemplifican un aspecto más de la crisis espiritual contemporánea, propensa al disparate, lo grotesco y la caricatura. Goya, James Ensor, José Gutiérrez Solana, incluso Georges Rouault.

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