y en sus ojos vi la muerte (Ejnar Nielsen, 1897)

29 febrer 2024

Un diálogo sobre la muerte donde los espectadores no tienen ninguna posibilidad de dejar vagar su mirada y su mente. Estamos paralizados, arrastrados a un diálogo sobre lo ineludible, lo sin sentido, y si nuestra mirada intenta desviar la mirada, es encontrada y detenida por el gran ataúd oscuro a la izquierda. La combinación de colores es oscura y sombría, y cada elemento de la imagen sirve para acentuar y transmitir la sensación de total impotencia en esta sala de espera de la Muerte.

Suspendida entre la vida torturada y la liberación de la muerte, esta pintura es un testimonio muy personal de la visión del mundo de Ejnar Nielsen, que no incluía a Dios. En el universo de Ejnar Nielsen, el hombre es abandonado a su suerte; debemos afrontar el destino aleatorio que nos ha tocado a todos, manejarlo lo mejor que podamos y encontrar la belleza en nuestras vidas a pesar de todo. Una dolorosa comprensión que fue una característica particular del cambio de siglo, pero que aparece en su forma más cruda y honesta en el arte de Ejnar Nielsen.

Con toda probabilidad quien agoniza padecía tuberculosis, una enfermedad que se cobró especialmente muchas víctimas entre los contemporáneos de Ejnar Nielsen en la década de 1890, un hecho que podría explicar la comprensión comprensiva y la fascinación por la muerte que caracteriza esta imagen.

La muerte sirve a la vida y la vida sirve a la muerte. No puedo entender por qué la gente no puede ver la muerte con su majestuosa belleza como ven la vida” (E, Nielsen).

Pero no hay nada majestuoso en el sufrimiento terminal de The Sick Girl (1896).

Este retrato fuerte y silencioso de Ane Dorthea Kristensen, una joven de 20 años, no embellece nada. En el triste óleo predominan los tonos tierra polvorientos, donde el estado de ánimo melancólico gira especialmente en torno a su enfermedad y muerte inminente, mientras ella es fuertemente devorada por la tuberculosis. Era una enfermedad incurable en ese momento y murió al año siguiente. Fueron las condiciones de vida las que fueron representadas con sobriedad en un estilo duramente realista.

Está en una habitación vacía, justo encima de la estufa para darle algo de calor a su cuerpo pelado. En el borde de la cama de hierro yace la mano delgada y huesuda sin fuerza vital. Ella no puede hacer nada, sólo esperar la muerte graciosa. En cierto sentido, se puede decir que la pared vacía es una imagen de su vida. Debería haber sido una joven vibrante a punto de salir de la vida, en lugar de una sombra a punto de salir de la vida.

El joven pintor Ejner Nielsen acababa de terminar sus estudios en la escuela de pintura de Zartmann en 1896 y se destacó como una de las principales figuras del simbolismo en el arte danés. El artista pintó una serie de imágenes sombrías de personas en el límite entre la vida y la muerte, mientras durante un largo período se instaló entre la población rural pobre de la pequeña ciudad de Gjern, cerca de Silkeborg.

De todos los artistas daneses activos alrededor del año 1900, Ejnar Nielsen (1872-1956) es quien respondió de manera más directa y directa a temas fundamentalmente existenciales, aunque en ese momento tabú, como la enfermedad, la pobreza, la discapacidad, la soledad, la vida y la muerte. Sus obras que datan de sus años en el pueblo de Gjern, en el centro de Jutlandia, por el que abandonó Copenhague cuando era un joven artista en 1894, muestran un enfoque particular en estos temas. Aquí pintó cementerios, jóvenes con enfermedades terminales y tuberculosis, escenas funerarias ambientadas en bellos paisajes, ataúdes y escenas del infierno. Sus pinturas monumentales a menudo están pobladas por individuos que rara vez encuentran su camino en el arte: personas ciegas, pobres, enfermos y personas cuyas vidas están relegadas a los márgenes de la sociedad.

En A Blind Girl Reading (1905) evoca lo invisible: cómo las impresiones táctiles de los dedos al recorrer las pequeñas protuberancias de la página evocan en la mente del lector ciego imágenes, impresiones e historias. Ver cómo la niña, que suele estar envuelta en la oscuridad, se ilumina con el brillo de las páginas de un libro… qué sensibilidad… y qué hermosa metáfora de lo que le sucede a un lector.

Ejnar Nielsen ha sido apodado el “pintor de la muerte”, y sus primeras obras han sido denominadas su “historial médico de Gjern”. Sin embargo, debajo de la superficie aparentemente desolada, la esperanza, la luz y la vida yacen listas para brotar. El interés del artista por las flores y las plantas se arraiga incluso en los temas más tenues, y en sus retratos la luz parece fluir desde el interior de las figuras como manifestaciones de su fuerza vital inherente. Su arte se erige como un memento mori moderno, un recordatorio de que debemos recordar vivir, sentir, amar y ser mientras estemos aquí.

En el arte de Ejnar Nielsen se une la tradición del realismo social con las tendencias de los años 1890 al simbolismo, la estilización y la monumentalización. En su gama de colores predominan los tonos grises, lo cual muestra su familiaridad con el arte de Hammershøi, pero en Nielsen la descripción de los temas es más ascética, menos sensible y menos material.

Nielsen fue alumno en la Academia de Arte en Copenhague de 1889 a 1893 y de la Escuela Libre de Estudios para Artistas, bajo la instrucción de Kristian Zahrtmann, en 1895 y 1896. Sin embargo, en su desarrollo como artista un elemento muy decisivo fue su estancia durante 1894, en el apartado pueblo de Gjern, en Jutlandia, donde llegó a vivir en estrecha relación con la población local. Sus temas artísticos se inspiraron de aspectos de la vida de los modestos campesinos, sobre todo, en cuanto a la elucidación de la vida por la muerte. En algunos cuadros impregnados de un realismo agobiante, el artista pintó jóvenes marcados por la muerte, pero que serenamente han aceptado su destino, y la muerte parece como una conclusión natural de las penas de la vida. Empero, también pintó cuadros de personas que a pesar de graves impedimentos pudieron encontrar puntos luminosos en la existencia. Nielsen estuvo por primera vez en París de 1900 a 1901, en donde fue profundamente influido por el arte de Puvis de Chavannes; al año siguiente estuvo en Italia donde se dejó influir sobre todo por Andrea del Castagno.

En la imagen Paisaje de Gjern se contempla el paisaje de Jutlandia con sus colinas y campos cambiantes, interrumpidos por pequeños grupos de árboles oscuros.

Podría describirse como idílico, pero en el mundo pictórico de Ejnar Nielsen reina un silencio aplastante. El cielo está vagamente gris, el paisaje parece helado y no aparece ninguna señal de vida. Ejnar Nielsen permite que el paisaje se convierta en un símbolo de las duras condiciones de vida de la región, dotándolo de una atmósfera de grandeza y abandono a partes iguales.


l’amor que no m’espanta

28 febrer 2024

Lluny de l’amor ferotge de l’origen,
lluny de l’amor que inventa la ment com a refugi,
l’amor que ara em consola no té urgències.
Càlid, respectuós: l’amor del sol d’hivern.
Estimar és descobrir alguna promesa
de repetició que tranquil·litza.

Aquests poemes parlen d’esperar.
Perquè, sempre, l’amor és un assumpte
de les últimes pàgines.
No hi ha cap més final que pugui estar
a l’altura de tanta soledat.

Autor: Joan Margarit

Ilustración: Ramon Llovet, “Retrat del meus pares” (1944)

El amor que no asusta

Lejos de los amores feroces del origen,
y lejos del amor que, a modo de refugio,
la mente siempre inventa, el amor
que ahora me consuela es sin urgencias.
Cálido, respetuoso: amor de sol de invierno.
Amar es descubrir
una promesa de repetición que tranquiliza.

Estos poemas hablan de esperar,
porque el amor es siempre una cuestión
de las últimas páginas.
Ningún otro final podría estar
a la altura de tanta soledad.

Autor: Joan Margarit

Ilustración: Gustav Vermehren, “paisaje con pareja de ancianos” (1900)


mi niña se fue a la mar

27 febrer 2024

Mi niña se fue a la mar,
a contar olas y chinas,
pero se encontró, de pronto,
con el río de Sevilla.

Entre adelfas y campanas
cinco barcos se mecían,
con los remos en el agua
y las velas en la brisa.

¿Quién mira dentro la torre
enjaezada, de Sevilla?
Cinco voces contestaban
redondas como sortijas.

El cielo monta gallardo
al río, de orilla a orilla.
En el aire sonrosado,
cinco anillos se mecían.

Autor: Federico García Lorca

Ilustración: Emilio Sánchez Perrier, “Triana” (1888)

El tema del perfil de la ciudad de Sevilla que se refleja en las aguas del río Guadalquivir fue tratado frecuentemente por el artista. En esta obra el encuadre elegido es el de la orilla del río con el conjunto de fachadas y postigos traseros del barrio de Triana -que le da título al lienzo- lugar elegido en numerosas ocasiones, pero que destaca esta vez por lo singular de su gran formato y la elaborada composición de amplia perspectiva.

La personalidad del pintor se manifiesta en esta visión realista del paisaje, de minuciosa y atenta mirada del natural y marcado carácter intimista en la que los motivos populares y pintorescos se enmarcan dentro de una atmósfera de marcado carácter lírico.

Paco Ibáñez:

Amancio Prada:


després de somiar amb tu

26 febrer 2024

Quan era un nen, em deien que les flors
no moren mai, i que quan es panseixen,
de nit, mentre els infants estan dormint,
es revifen i ballen, somrients,
en habitacions sense ningú.
No oblidaré la teva última cara
dessota el gel primíssim de l’oblit.
No em queda més consol que aquest silenci
de les històries de la infantesa.
Pensar que el teu somriure és a prop meu.
Que està plena de flors l’obscuritat.
Que no et veuré en la llum, sinó només
en les parpelles negres d’algun somni.

Autor: Joan Margarit

Ilustración: Chagall, “La Dormeuse Aux Fleurs”


diez años

25 febrer 2024

Le gustaba la pasta italiana
con montañas de queso.

Veinte cinco días
antes de aquel 24 de febrero
le sermoneaba y reconvenía
por la lipoproteína de baja intensidad
detectada en los análisis.

Cuando te mejore la diplopía
nos ponemos los dos en serio
a controlar la hipercolesterolemia.

Dos lustros transcurridos
desde aquel 24 de febrero.

Hoy yo como macarrones gratinados
con montañas de queso
como tributo u ofrenda
a diez años sin Laia.

Pienso en mi endocrina
y sus reproches
por mis triglicéridos
y sonrío, vencido,
recordando aquella regañina
a mi hija adolescente
y en los vestigios
que no supe descifrar.

Autor: Javier Solé

Ilustración: Renato Guttuso, “uomo che mangia gli spaghetti” (1956)

Casi como conclusión y recuerdo de su “realismo social”, pero con una insinuación ya fuertemente perceptible de un denominador existencial, es quizás la pintura de “figura” más significativa realizada por Guttuso en 1956.

La intensidad de la presencia de esta figura reside enteramente en la invención del corte transversal del borde de la porción de la mesa, amarilla, claramente visible, frente al marrón profundo, oscuro, nocturno, materialmente sensible, del fondo ambiental homogéneo y de donde se desprende el protagonismo de la figura sonrojada del proletario que come con avidez su plato de espaguetis.

Ese resplandor rojo, en la chaqueta, en el rostro ligeramente intercalado con reflejos amarillos en la propia chaqueta, es un color de pasión, de ira, de vitalidad.


l’apartament de la platja

24 febrer 2024

Tot l’hivern sola i escoltant el mar”

(Joan Margarit, “Tancant l’apartament de la platja”)

T’he deixat
a l’apartament de la platja.
Recordo ara el poema de Margarit
que parla de la solitud i el silenci.

Tantes vegades
aquest hivern
he tancat els ulls
per a retrobar-te
amb el xal de la mare.

Però mai estàs sola
al apartament de la platja.

Tu per la finestra oberta
mires la mar blava.
En l’escuma de les ones
mor cada deu segons
aquest silenci que ens acompanya.

Autor: Javier Solé

Ilustración de Veronique Heim

EL APARTAMENTO DE LA PLAYA

Te he dejado
en el apartamento de la playa.
Me acuerdo del poema de Margarit
que habla de la soledad y el silencio.

Tantas veces
este invierno
he cerrado los ojos
para reencontrarte
con el chal de mamá.

Pero nunca estás sola
en el apartamento de la playa.

Tú por la ventana abierta
miras el mar azul.
En la espuma de las olas
muere cada diez segundos
este silencio que nos acompaña.

Autor: Javier Solé

Ilustración de Veronique Heim

Más información en:

tancant l’apartament de la platja


melting snow (Hans Andersen Brendekilde, 1895)

23 febrer 2024

Melting Snow (1895) es una representación maravillosa de un duro invierno en el país. Una pareja de ancianos está haciendo trabajos externos en un clima típicamente gris y turbio, en el patio trasero de su pequeña propiedad con techo de paja. Ha bajado a buscar un cubo de agua de un agujero que ha hecho en el hielo del río. Caminar sobre ese hielo con sus zuecos de madera debe ser frío y bastante arriesgado.

Mientras tanto, su esposa está cortando algunas hojas de su huerto. Con la nieve en el suelo, sus suministros de alimentos deben haber sido peligrosamente escasos hasta que el deshielo se completó en la primavera.

Entre las innumerables muestras de pinturas con el tema central del invierno destaca este amable paisaje, “Día de invierno en las afueras de un pueblo con gente junto a casas con techo de paja” donde la luminosidad confiere una hermosa tonalidad al sendero nevado de entre cuyo blanco destacan la figura encorvada que camina. La composición se estructura en dos mitades; la superior dominada por el azul dl cielo y la inferior del blanco de la nieve.


las primeras anémonas (Hans Andersen Brendekilde, 1889)

22 febrer 2024

Una mujer joven camina con una niña pequeña en un bosque a principios de la primavera. El piso abierto de la madera está alfombrado con abundantes flores blancas de anémona de madera.

Es poco probable que la joven sea la madre de la niña. En cambio, usa el vestido negro y el delantal blanco de otra mujer “en servicio”, en este caso probablemente como la criada o niñera de la niña. Ambos sostienen ramilletes de flores de anémona: la niña la sostiene y está hablando con su compañero de infancia; la mujer mira con tristeza a la distancia, y su ramillete se inclina hacia el suelo.

La modelo de Brendekilde para la joven fue una de sus favoritas, Maren Kristine Hansen (1872–1956), que trabajó para Brendekilde y su esposa, Ida Juliane Antonie Brendekilde (1860–1920). Más tarde, el artista tuvo una aventura con Maren y se casaron en 1918 después de que Ida y Brendekilde se divorciaran.


final d’hivern

21 febrer 2024

D’aquest hivern tan fred
sempre en conservaré una imatge:
els ocells caient sobre la neu
i l’alegria insensata dels infants
fent collita del no-res.
La mort, flama extinta,
en mans de la innocència.

D’aquest hivern tan fred
en recordaré la pal·lidesa del paisatge,
la llum encegadora que difumina ombres i veus,
que amb esmolada claredat ha tallat
el nus gordià de les nostres mans,
enigma de destins entrellaçats, vides confuses.

No acaba l’hivern
que ja s’allunya la primavera.

Autor: Carlos Ribó Casanovas

Ilustración: Pieter Brueghel el Joven, “Paisaje nevado con patinadores y trampa para pájaros” (1605)

Se trata de una de las copias del original pintado por Pieter Bruegel el Viejo en 1565 hechas por su hijo, Pieter Brueghel el Joven. A los pies del espectador se abre un amplio panorama ocupado por una aldea con un canal helado que serpentea entre las casas. A lo lejos, en el horizonte, se recorta el perfil de una ciudad. Sobre el hielo figuran numerosos personajes patinando o jugando al colf, un juego que tiene su origen en el siglo XIII y que hizo furor en el XVII, hasta el punto de que los gobiernos municipales se vieron obligados a publicar numerosas regulaciones para restringirlo a determinadas áreas fuera de la ciudad. Finalmente quedó prohibido. Sobrevivió en Escocia y desde allí volvería al continente en el siglo XIX transformado en el golf actual. La unidad y la exactitud descriptiva invitan a pensar que Pieter Bruegel el Viejo copió un paisaje real. Sin embargo, como es habitual en este pintor, el naturalismo es aparente. El papel preponderante de la jaula de pájaros a los pies del árbol que se eleva en el primer plano y la presencia de los patinadores han llevado a algunos autores a interpretar esta escena como una alegoría moralizante sobre la fragilidad de la existencia humana, que está expuesta a peligrosas trampas.


la barquilla verde (José Duarte, 1966)

20 febrer 2024

Los niños, desde sus columpios, expresan la violencia que genera la pobreza”

(José Duarte)

José Duarte Montilla (1928-2017) fue un pintor andaluz miembro del grupo Equipo 57.

El Equipo 57 se constituyó en París, en mayo de 1957, integrado por jóvenes artistas y arquitectos preocupados por formas conceptuales. Los fundadores fueron los escultores Jorge Oteiza y Luis Aguilera y los pintores José DuarteÁngel Duarte y Agustín Ibarrola y el arquitecto Juan Serrano. Influidos por el arte informal, cultivaron un estilo abstracto geométrico y usaron un cromatismo muy intenso. En 1959, junto a otros compañeros del grupo, se afilia al PCE, lo que habla de su creciente compromiso social.​ El grupo se disolverá en 1963, con la detención de Agustín Ibarrola. En ese momento, José Duarte se replantea sus objetivos como artista.

Hacia 1965 el pintor se integra en el grupo de grabadores Estampa Popular, e interviene en muchas de sus exposiciones. Comienza una etapa figurativa, que no abandonará ya en el resto de su carrera. A partir de una figuración expresionista de marcado contenido social y plagada de ironía (niños deformes, monjas, bloques de viviendas estériles, barriles de petróleo), Duarte evolucionará hacia posiciones cada vez más realistas. Son famosas sus labradoras, mujeres que reflejan la dureza de la vida rural andaluza. En 1966 obtuvo el Premio de Honor en el Certamen de Pintura y Escultura de la Diputación de Córdoba con su cuadro La barquilla verde.

Monjas instala, en medio de grandes descampados, entre arquitecturas miserables, escasas atracciones que no consiguen alegrar un paisaje suburbano irremediablemente lamentable y extraño; los tiovivos permanecen vacíos y los pocos niños presentes se mantienen al margen, diminutos y quietos, algunos al acecho de una alegría que no llegará nunca.

Este abatimiento se ve acentuado por las siluetas de unas monjas con hábito, masivas, imponentes y lúgubres, que parecen rechazar o incluso ahuyentar a los vecinos, y quienes finalmente, según el artista cordobés, simbolizan la violencia del totalitarismo. Cual centinelas de una sociedad prisionera, aparecen dominantes en medio de los espacios destinados a los juegos. Asimismo, el pintor las dispone en el primer plano, prohibiendo el paso, mientras que el fondo de la composición se ve cerrado por las viviendas, elementales y tristísimas.