retrato femenino (Ramon Pichot i Soler, 1964)

En esta obra Pichot aborda un tema clásico en la historia del arte, el retrato femenino, desde una perspectiva costumbrista e intimista, presentando a la modelo en un interior, sentada en una mecedora junto a una mesa camilla, sobre la que destaca un jarrón. También destaca la expresión de la muchacha, que atrae la atención del espectador hacia su mirada melancólica y su gesto abstraído.

Ramón Pichot Soler (1924-1996) cultiva el retrato y la figura, especialmente la femenina, dentro de los cánones académicos y una cierta influencia de Renoir.

Los desnudos de Pichot están pintados en un aura de melancolía distante, el espectador percibe una cierta reserva en la discreta presentación de las formas femeninas. La materia subjetiva está trabajada tan a consciencia que los colores parecen más apasionados que la actitud del pintor delante de la modelo, revela una profunda emoción en cada tonalidad.

La naturalidad de Pichot emana constantemente de estos desnudos, nos ofrecen un calor humano que es reminiscencia de Renoir. El hecho de usar tonos rojos y colores acentuados en contraste con los objetos complementarios y del fondo da a la pintura una gran profundidad.

Desnudo femenino protagonizado por una joven que se muestra de perfil al espectador sin volver el rostro hacia él. Absorta en sus propios pensamientos, la modelo se muestra reflexiva y taciturna de tal manera que la artista va más allá de la idea de un simple desnudo y nos enfrenta a un retrato psicológico que nos invita a reflexionar sobre la protagonista y sus circunstancias. La forma en la que ha sido captada, con la camisa desabrochada y las piernas dobladas, revela una gran espontaneidad en la escena, seguramente influenciada por la fotografía, rasgo común en la obra de Pichot.

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