El pintor vasco conoció la obra de El Greco en su juventud y quedó impresionado por sus formas alargadas poco convencionales y su gama cromática oscurecida.
En “El Cardenal”, pintura que data de 1912, podemos apreciar la influencia que sobre Zuloaga tuvo El Greco y sin renunciar al estilo propio tan peculiar que se caracteriza por su tenebrismo, con una paleta cromática más bien oscura, su herencia de la tradición pictórica española.
Y también destaca esa genuina manera de organizar la composición del cuadro con dos planos diferentes: unas figuras humanas en primer término a las que se opone un fondo paisajístico con gran carga simbólica. En esta ocasión, como en muchas otras, el fondo lo constituye una visión idealizada de la localidad de Sepúlveda, buscando esas raíces castellanas que tanto interesaban al pintor. La presencia del viejo eclesiástico -con una capa roja que domina cromáticamente el lienzo- viene acompañada de un joven ayudante en un segundo plano, de pie y con la sotana de riguroso negro.
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