El Angelus es la obra maestra de Millet y pone de manifiesto su adhesión al Realismo francés. Fechada aprox. en 1859.
Millet muestra a dos campesinos orando y dando gracias a Dios por la cosecha obtenida con el sudor y el esfuerzo de muchos días. El hombre y la mujer agachan piadosamente las cabezas, agarrando él su sombrero y llevando ella sus manos al pecho. A sus pies contemplamos la cesta con los frutos y el apero de labor. La escena se desarrolla al atardecer, quedando las dos figuras en zonas de luz y sombra respectivamente, en un contraste lumínico de gran belleza. Este interés por la luz natural acerca a Millet al Impresionismo. Su pincelada es firme y segura al igual que el dibujo, emplea colores suaves para el campo y más oscuros para los personajes, reflejando las vestimentas de los campesinos a la perfección. No en balde, Millet convivió siempre con ellos, sufriendo sus mismas condiciones. La temática empleada por el maestro hizo que los críticos le tacharan de socialista; si Millet tiene algo de socialista es del tipo evangélico al transmitir la espiritualidad de los trabajadores en su faceta más realista, alejada de tópicos.
Sin embargo, en bajo la apariencia de un cuadro de intensa espiritualidad es posible una realidad bien distinta desvelando una honda y serena tragedia.
Es sabida la obsesión enfermiza de Dalí con este cuadro y todo ello nos lleva a…
“En la imagen de la obra de Millet se aprecia una pareja de campesinos en actitud respetuosa, podría decirse que orando. En el suelo, al lado del campesino una horca clavada y en medio de ambos, un saco de patatas. Algo tan en principio, inocente, despertó la paranoia de Dalí, al punto de obsesionarse con el cuadro. Él veía más cosas en la imagen, cosas que nadie veía. Cierto o no que Dalí veía más cosas en el cuadro, la verdad es que analizado el lienzo con rayos X, se podía apreciar la presencia de un ataúd infantil debajo del saco de patatas. Este extremo lo había confirmado Dalí mediante conversaciones con un amigo de Millet. Según este amigo, el pintor francés había tapado el ataúd porque se había enterado que eso no sería del gusto de las nuevas modas parisinas. Acertó de lleno al cambiarlo como se vio, ya que la imagen pasó a decorar gran parte de los hogares franceses, pero escondió sus verdaderas intenciones, las de representar la muerte de un niño, el hijo de dos campesinos, enterrado en el campo sin más noticias para el resto del mundo que la presencia de sus padres”.
Curiosamente, es bien distinto aproximarse a la obra de Millet bajo mera interpretación de una oración durante la jornada laboral que asistir al funeral silencioso del hijo de unos campesinos. Sólo la primera versión resultaba digerible para la inmensa mayoría de la época.
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