pescadores llevando a un hombre ahogado (Jozef Israëls, 1861)

31 Agost 2021

Pescadores llevando a un hombre ahogado es una de una serie de cuatro pinturas que Israëls produjo sobre el tema de la muerte de un pescador durante un período de diez años. Éste es el más grande. Significó un gran avance en la carrera de Israëls. Versa sobre el sufrimiento y la dura vida de los pescadores y sus familias: una hilera de pescadores y su familia avanzan penosamente por las dunas desde la orilla. Una mujer afligida abre el camino con sus dos hijos a su lado. Ellos también son conscientes de la pérdida: la niña de la izquierda mira al suelo frente a ella, mientras que el rostro del niño está lleno de dolor. Quizás la mujer es la viuda del pescador muerto. Ella está liderando la línea de los dolientes. Detrás de ella, el cuerpo del pescador muerto es llevado por dos hombres fornidos, mientras que a la izquierda de ellos hay una mujer llorando. Los compañeros del difunto continúan cargando el equipo de pesca desde su barco.

El paisaje está pintado con pinceladas amplias y rápidas. El empaste blanco espeso marca las olas espumosas y las bandas de nubes. La firma del pintor en la esquina inferior izquierda se mezcla con los mechones puntiagudos de hierba de dunas que le dan cierta estructura al terreno arenoso. La paleta sombría de Israëls se compone principalmente de tintes grisáceos; los únicos reflejos coloridos son los detalles rojos de los trajes tradicionales de la comunidad de pescadores.

Probablemente inspirado en escenas funerarias, particularmente por los pintores realistas franceses, Israëls habría conocido obras de Gustave Courbet (Entierro en Ornans) y Jules Adolphe Aimé Louis Breton (La Plantation d’un Calvaire). La composición recuerda imágenes de la Deposición, cuando el cuerpo de Cristo fue retirado de la Cruz, y al utilizar un formato inusualmente grande para lo que es esencialmente una escena de género, Israel ha elevado el tema del trágico destino del pescador al reino de la pintura histórica.

Jozef Israëls (1824-1911) fue un pintor holandés, miembro destacado de la Escuela de la Haya -influenciada por el realismo de la escuela de Barbizon-   y conocido como el Millet holandés.

Como Millet, Josef Israëls pintó la vida de la gente pobre y humilde con profunda humanidad, si bien en la obra del holandés parece percibirse con mayor crudeza la tristeza y el sufrimiento de las clases obreras o rurales. ​

Tanto Israëls como Millet son artistas que expresaban su admiración por el ser humano retratando la vida de las gentes humildes; Millet plasma la placida vida rural mientras que Israëls manifestaba la tristeza, el dolor y el sufrimiento y la angustia de la vida cotidiana de la gente del mar.

Israëls comenzó haciendo retratos y cuadros de temas históricos, siguiendo el dictado del Romanticismo. Una enfermedad le llevaría como convaleciente al pueblo pesquero de Zandvoort, cerca de Haarlem, donde pudo profundizar en la tragedia de las clases más olvidadas y oprimidas, que estimularon aún más su mirada solidaria.

Israëls es un pintor que representa con intensidad a seres humanos pobres y los momentos de su vida habitual.

Fue muy admirado por Van Gogh que en algunas de sus primeras pinturas muestra la influencia del maestro.

Un viejo se sienta en una silla junto a una mesa, mientras el gato come de un tazón. En la pared cuelga una olla encima de un fuego ardiendo en la chimenea.

En un interior tenuemente iluminado, un anciano sonriente, sentado en una silla con respaldo de escalera, divierte a un bebé con un soldado de juguete. El niño está sentado en un “kakstoel”. Este interior rústico es característico de las representaciones del artista sobre la vida campesina.


el que nunca llegará

30 Agost 2021

El que nunca llegará
es un hombre
que extravió la llave
y en la espera
aprendió el olor de las adelfas,
las encinas, los madroños.
Que habita cuevas
donde duermen poetas ciegos
cansados de mirar donde no ven.
El que nunca llegará
olvidó el dibujo de los mapas,
los puntos y las rayas
y el orden de los colores.
El amor del que nunca llegará
es un tronco con raíces en la nada.

Autor: Gabriel A. Jacovkis

Fuente original:

https://paramiuncortado.wordpress.com/2019/11/22/el-que-nunca-llegara/

Fotografía de Sarolta Ban


estamos haciendo un nuevo mundo (Paul Nash, 1918)

28 Agost 2021

La salida del sol y su ocaso son blasfemos, son burlas para el hombre; sólo la lluvia negra, que baja de las nubes heridas e hinchadas a través de la amarga oscuridad de la noche puede ser una atmósfera apta para una tierra así. La lluvia sigue sin parar, el fango pestilente adquiere un maldito color amarillo, los cráteres de los obuses se llenan de agua de un verde blancuzco, las carreteras y los senderos se cubren por pulgadas de limo, los negros árboles moribundos humean y sudan y los obuses nunca cesan. Solamente ellos cuelgan en lo alto, arrancando troncos de árboles podridos, rompiendo las tablas de los caminos, derribando caballos y mulas, aniquilando, mutilando, enloqueciendo, se sumergen en la tumba que es esta tierra. Una tumba enorme y arrojan sobre ella a los pobres muertos. Es indescriptible, desprovista de Dios, de esperanza…” (Paul Nash)

Durante su estancia en el Frente Occidental, Nash había hecho un dibujo a lápiz y tinta llamado Amanecer: Inverness Copse (1918) que presentaba un campo de batalla del verano de 1917. Se trataba de un paisaje desolado, con troncos de árboles muertos y cráteres iluminados por un sol pálido. En 1918 decide convertirlo en una gran pintura bajo el título Estamos haciendo un mundo nuevo.

El título optimista contrasta con la descripción de Nash de un paisaje lleno de cicatrices creado por una batalla de la Primera Guerra Mundial, con agujeros de bala, montículos de tierra y troncos de árboles sin hojas. La primera pintura importante de Nash y su obra más famosa, ha sido descrita como una de las mejores pinturas británicas del siglo XX y comparada con el Guernica de Picasso.

Un mundo nuevo que, lejos de las esperanzas positivistas, había caído presa de la capacidad destructora de las nuevas armas surgidas del progreso tecnológico. Al que la guerra, lejos de rejuvenecer o purificar, había matado. Un universo extraño que ya no tiene cabida para la vida.

Se trata de una composición extraordinariamente sencilla y abstraída: no hay personajes ni detalles. Nada que distraiga la atención de los restos mutilados de los árboles, de los cráteres llenos de barro o del sol abrasador. Representa un sol blanco brillante que se eleva sobre nubes marrones rojizas, rayos brillantes sobre un paisaje verde desolado debajo, con montículos de tierra antinaturales apilados entre los restos esqueléticos de árboles destruidos.

En el momento de ver esta obra, en 1918, Arthur Lee (encargado oficial de los artistas de guerra) piensa que se trata de una broma… No hay elementos que hablen de los soldados, del heroísmo o de la batalla en sí. Ni bandos, ni referencias tópicas. Nada más que desolación…

Pero es justamente esta sencillez lo que hace que sea arte. Es esta falta de elementos que la vinculen a un lugar o tiempo concretos lo que permite que la obra sea capaz de mostrar los estragos de la guerra -no sólo de la Gran Guerra, sino de cualquier guerra- en su universalidad y en su crudeza.

En Sunrise, Inverness Copse (1918), antecedente de esta pintura, Nash representa una escena del frente occidental cerca de Ypres en Bélgica. Está ambientada en 1917, tras la sangrienta batalla de Passchendaele. El dibujo muestra un campo fangoso de árboles rotos, sin color, con un lago y nubes al fondo. La escena está iluminada por un sol tenue cuyos rayos carecen de penetración. Los historiadores del arte están divididos en cuanto a si la imagen representa la esperanza de un futuro mejor o es de naturaleza fundamentalmente pesimista.

El camino de mulas (1918) describe este horror. Se trata de un cargamento de mulas, presentado de lejos, que ha sido bombardeado. Los animales, aterrorizados, aparecen como marionetas minúsculas a expensas del caos y de la destrucción.

Troncos mutilados de árboles quedan como testigos carbonizados de lo sistemático de estas acciones. 

En La ruta a Menin -considerada por el autor como su mejor trabajo- Nash describe la ruta entre Ypres y Menin. Ya no hay camino porque éste ha quedado destrozado por los explosivos. Los soldados, empequeñecidos, intentan seguir avanzando entre los inmensos cráteres llenos de agua y desperdicios de guerra. El fondo se cierra con nubes de gas y polvo por donde nada parece que pueda pasar.


la lluvia en el umbral

27 Agost 2021

Igual que una trampilla que se cierra de golpe
y nos deja en penumbra, prisioneros,
un trueno repentino es la señal
de que el verano acaba.
Es sólo media tarde y ya tenemos
que encender la bombilla
para alumbrar las simples
tareas cotidianas.
Dos moscas aturdidas sobrevuelan
las sobras del almuerzo
y del verano.
De pronto no apetece ya salir.
Miro por los cristales,
recorro las estancias sin fijeza,
como las moscas, con un peso en las alas
que no deja volar el pensamiento.
Estamos de mudanza sin habernos movido.

Autor: Arturo Tendero

Ilusttración: Alejandra Cabalerro, “porche”


verde

26 Agost 2021

“…Solo un viento furtivo cruzaría:
el aliento de un niño cuando nace…”

(José Luis Hidalgo)

Y si al final
del paseo por el parque
hubiera una alameda
después del último sauce
un bosque de abedules
y al fondo coronado
por un cónclave de encinas,
un niño en el prado verde,
su vida añeja
peleando por no sucumbir.

Autor: Francisco Javier Solé

Ilustración: Santiago Rusiñol, “Avenida de árboles planos” (1916)

Del libro de poemas “Latido de cenizas” (ISBN 978-84-1350-949-5)

 

los remeros (Manuel Losada, 1912)

25 Agost 2021

“Los remeros” representa una competición de traineras. La presencia en primer término y en diagonal de la trainera, con el acompasado esfuerzo de los remeros, se ve potenciada por la rotundidad del dibujo y por una cierta aspereza en el colorido. En cambio, la superficie calma del mar posee un tratamiento cromático más sutil, con deudas postimpresionistas. La obra pone de relieve, en su ambientación general y en los recursos derivados del cartelismo, la faceta artística más moderna de Losada.


ritual

24 Agost 2021

“Murió mi eternidad
y estoy velándola”

(Cesar Vallejo, fragmento del poema “La violencia de las horas”)

en la cera
que exuda
la vela

se extingue
la esperanza

y se renueva
la promesa

Autor: Javier Solé

Del libro de poemas “En el umbral del eclipse” (ISBN 978-84-1398-333-2)


vindré demà

23 Agost 2021

1

Vindré demà.
I serà massa tard
per a totes les coses
que avui tampoc t’he dit.

2

Vindré, mare, a les huit,
a callar tan en punt
com l’estricta jornada
de la dona que em creue
cada matí a la porta.
Callar a la butaca
que tan a prop del llit
allarga la distancia
entre el teu cos i el meu.
Al corredor on torne
a ignorar per un temps
la forma en què abandones
la mirada i els braços.
Puntual a callar
en cada cullerada
del dinar que no acabes
triturat a la boca.

3

Vindré, mare, demà,
la nit haurà passat
de llarg aquest silenci
de colp definitiu.

Autor: Teresa Pascual

Ilustración: Marianne von Werefkin, “Noche de luna” (1910)


avaricia (Durero, 1507)

22 Agost 2021


“Avaricia” es una obra alegórica y sirve como advertencia de lo efímero de la vida y lo inútil de poseer fortuna cuando llegan los últimos días.

La obra muestra una vieja grotesca y desdentada con un flácido pecho colgando fuera de su camisón mientras sujeta con ambas manos una bolsa llena de monedas de oro.

Intentando representar tanto la avaricia humana como la natural decadencia de la juvenil belleza, la mujer es mostrada de medio cuerpo; el pelo largo, liso y rubio, los ojos vidriosos, una larga nariz y una boca donde solo quedan dos dientes que muestra en una sonrisa burlona. El brazo derecho visible es musculoso y está desproporcionado con el resto del cuerpo al tiempo que una negra mata de pelo asoma por la axila. Únicamente su pelo y sus regulares y casi nobles facciones de su cara insinúan una pasada belleza. El intenso centrado de la imagen lo logra gracias a un fuerte perfilado del contorno y el contraste del exuberante colorido de la túnica y el pelo sobre un fondo negro mate.

Esta tabla es en realidad un cuadro doble.

Por un lado está el Retrato de un Hombre joven, y por otro esta vieja terrible, desdentada y llena de arrugas. Se la considera una imagen alegórica de la Avaricia, por el saco de monedas de oro que lleva.

Al parecer, Durero la pintó en el reverso en venganza por la escasa remuneración que recibió por el retrato del joven.

Relacionada temáticamente con la obra de Durero “Retrato de una anciana” (1506) es un cuadro atribuido al pintor Giorgione.

La anciana es representada con mucho realismo, haciendo el autor un uso del color sublime para dar la impresión de viveza en las arrugas y los cabellos de la anciana.

La protagonista parece mirar a quien observa al cuadro mientras le enseña un papel con la leyenda col tempocon el tiempo, que alude a los efectos de la edad. Giorgione la pinta audaz y con arrojo, como recomendaba Leonardo da Vinci pintar a las viejas. ​

El fondo oscuro permite dar relevancia al personaje sin distracciones.


la siesta

21 Agost 2021

Habité en silencio mi infancia,
caminé en puntas
para no despertar a mi madre de sus siestas.
Cada tanto, extraño a la niña
que gritaba hacia adentro.

Autor: Paula Luciana Novoa

Ilustración: Vincenzo Iroll, “The curious girl”