“Galatea de las esferas” (1952) es una pintura de Salvador Dali donde aparece el rostro de Gala, su musa, firmado exclusivamente por esferas, como si fuesen partículas atómicas.
Dedicado a la eterna figura femenina, la Galatea de las esferas es uno de los homenajes a Gala más significativos que Salvador Dalí realizó. Representa su interés por la ciencia y las teorías de la desintegración del átomo. Pertenece a su período místico-nuclear. Encontramos el rostro de Gala formado por un escenario discontinuo, fragmentado, densamente poblado de esferas, que en el eje de la tela adquieren una visión y perspectiva tridimensionales. La disgregación de las partículas del átomo permiten ahora la construcción del rostro.
El nombre Galatea se refiere a una ninfa del mar. Dentro de la mitología griega podemos encontrar dos leyendas protagonizadas por Galatea, siendo la más famosa la que gira en torno a Polifemo. Galatea fue una joven nacida en la isla de Creta conocida por su hermosura y su piel blanca, algo que hacía que muchos hombres estuviesen enamorados e incluso obsesionados con ella, era el caso de Polifemo. Desgraciadamente, la joven tenía el corazón ocupado, estaba completamente enamorada de Acis, hijo del dios Pan. Un día, los amantes decidieron ir a orillas del mar a disfrutar de su amor, siendo sorprendidos por Polifemo, quien se enfureció tanto que lanzó una enorme roca a Acis. Galatea, completamente desconsolada, decidió acudir a su madre para pedir su ayuda, quien convirtió a Acis en un río que llevó su mismo nombre, convirtiéndolo así en algo eterno.
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