los vencidos (Marc Aleu, 1956)

30 Novembre 2023

Una imagen universal de las vícimas inocentes de todas las guerras y conflictos Ésta es la esencia de lo que nos muestra Marc Aleu en Los vencidos, una obra de dimensiones monumentales pintada en los inicios de su trayectoria, en un momento de gran efervescencia creativa. Siete figuras humanas de tamaño casi natural llenan un espacio irreal y fantasmagórico, con un suelo baldío y gris y un fondo rojizo, como si el horizonte estuviera encendido en llamas. A la derecha de la escena, un hombre arrodillado levanta la cabeza y da un grito desesperado de dolor mientras sostiene a un niño inerte entre los brazos que intuimos que está muerto o muy malherido. A sus pies, una mujer y otro niño, totalmente desnudo, yacen muertos sobre un suelo lleno de cenizas.

A la izquierda de la composición, un grupo de tres figuras se duelen en silencio por su situación deplorable. En un primer término, una mujer intenta consolar un hombre medio desvanecido cogiéndole de la mano y uniendo sus rostros inmersa en la búsqueda de un contacto humano que les tranquilice. Es el único gesto de esperanza y de consuelo que vemos en el cuadro, aunque no parece que estas caricias les alivien las penas, ya que la expresión de los rostros se mantiene triste y desencajada. Detrás de ellos, un hombre musculoso sostiene con firmeza al hombre decaído para que la mujer pueda consolarlo. Él es el único personaje de la escena que se mantiene de pie con aplomo, pero tiene la cabeza bajada y una mirada triste que no transmite esperanza alguna.

Los vencidos es una obra amibiciosa y bien resuelta con una composición estudiada y equilibrada. Los personajes representados, organizados en tres grupos bien diferenciados, nos ilustran sobre los terribles efectos que los conflictos violentos tienen sobre las víctimas inocentes: la muerte, el dolor inconsolable por la pérdida de las personas más queridas y la profunda aficción por la derrota y por la desaparición de todo ello que la violéncia ha destruido.

La obra no incluye referencias a ningún conflicto en concreto, por lo que el mensaje que nos transmite es universal y puede servir para cualquier guerra. Aún así, teniendo en cuenta que Marc Aleu era un artista catalán con ideología de izquierdas, parece evidente que la obra se inspira en el impacto que le causó la Guerra Civil española, un conflicto traumático que él vivió en su própia piel cuando era un adolescente y que aún era muy reciente cuando pintó el cuadro. De hecho, la herramienta en forma de media luna que vemos en la derecha de la composición, detrás del hombre que grita desconsoladamente, puede que quiera evocar la hoz, uno de los símbolos universales del comunismo, una de las ideologías que defendían los vencidos de la Guerra Civil.

El estilo pictórico de Marc Aleu siempre fue muy próximo a la estética cubista de Pablo Picasso. En la obra que presentamos esto resulta especialmente evidente. Por un lado, por la construcción general de las figuras y el espacio, donde Aleu recurre a soluciones volumétricas y geometrizantes que beben de la heréncia picassiana, como podemos observar en la definición de los restos, brazos y piernas y también en el fondo.

Por otra parte, parece bastante evidente que Marc Aleu tuvo muy presente la célebre obra que Picasso pintó para denunciar las atrocidades cometidas por los fascistas durante la Guerra Civil: el Guernica. La evocación más clara la encontramos en un hombre de rodillas que grita con la cabeza bien alzada y la boca bien abierta mientras sostiene un niño inerte entre los brazos, una figura prácticamente análoga a la madre desconsolada que vemos al extremo izquierto de la famosa pintura picassiana. Dos figuras con una disposición similar pintadas por dos artistas diferentes que, a la vez, reanudan uno de los temas universales de la história del arte occidental: la Piedad. Las manos bien abiertas tanto del hombre como de la criatura que vemos en éste grupo del cuadro de Marc Aleu también recuerdan la expresividad de las manos grandes y bien abiertas que encontramos en diferentes personajes del Guernica, especialmente en la mujer que grita desesperadamente porque se está quemando al extremo derecho del cuadro.

Marc Aleu i Socies (1922-1996) participó activamente en la vida artística moderna barcelonesa durante la década de los cincuenta. Formó parte del efímero Grupo Taüll, en 1955, junto con Antoni Tàpies, Modest Cuixart, Josep Guinovart, Jordi Mercader, Jaume Muxart y Joan Josep Tharrats.

Desarrolló un estilo pictórico figurativo y realista pero con un lenguaje moderno y expresivo.

Después de un período próximo al primitivismo mágico, Aleu formuló una poética figurativa de raíz picassiana y voluntad realista que se puede relacionar con una ideología de izquierdas contraria al franquismo.


ir a casa (Fritz von Uhde, 1889)

29 Novembre 2023

Esta escena de puesta de sol se desarrolla en Dachauer Moos, una zona pantanosa al norte de Múnich que mantuvo su reputación de terreno salvaje y elemental, incluso cuando se transformó en granjas. La región resultó ser un terreno fértil para Uhde y otros artistas alemanes que buscaban un enfoque directo y vigoroso para representar la naturaleza. 

Going Home inauguró un conjunto de pinturas que muestran a campesinos recorriendo a pie los campos, en los que el imaginario de la vida rural adquiere un cariz espiritual.

Sin embargo, En la mañana (1889) es bastante diferente. Su horizonte es más bajo y su factura es completamente pictórica incluso en el primer plano, lo que lo convierte en un estilo impresionista. Pocos otros artistas parecen haber pintado en estilos tan contrastantes en el mismo año.


puesta del sol en Montmajour (Van Gogh, 1888)

28 Novembre 2023

Puesta del sol en Montmajour representa un bosque de robles retorcidos al atardecer, con la Abadía de Montmajour al fondo.

La pintura presenta colores fuertes y vivos. Las nubes tienen una paleta de tonos que comienza en blanco, va hacia un color crema, pasa por amarillo y termina en una variación de marrón. Algunas están en pleno vuelo, desmayadas, se desmoronan ante el ojo del observador. También hay tímidos tonos de rosa y lila, en las esquinas superior izquierda y derecha, respectivamente; así como el uso de tonos azules en el fondo. 

El cielo es un tono entre azul y verde, algo así como verde agua y turquesa. A medida que los ojos del espectador se desplazan por la pantalla, los colores se difuminan y el verde azulado inicial se convierte en un amarillo claro, hasta que alcanza un pigmento más fuerte. Puedes ver, a través de las nubes, manchas de luz solar, vívidamente suaves, pero que, sin embargo, iluminan toda la escena.En el centro, hay un repentino cambio de tonalidades: el amarillo pronto se convierte en un azul primario, que se desvanece hasta llegar a los campos parduscos y amarillos, cuya vegetación se funde disimuladamente con el verde de las encinas. 

Las hojas de las copas de los árboles se extienden a lo largo de la obra, alcanzando las esquinas superior e inferior. La riqueza de tintes es amplísima: el pintor utilizó varios tonos de verde, amarillo y marrón, para representar desde el follaje joven (verde), hasta el envejecimiento (amarillo) y ya caduco (marrón, o pardo).


el pañuelo de mi madre

27 Novembre 2023

En el aire se levantan
las falsas estructuras
con las que pretendemos
derrotar al destino.
Aferrarse a ellas no sirve para nada.
Al fondo espera el final
donde nos adentraremos un día.
Aquí quedará todo lo nuestro,
incluido ese cuerpo gastado,
los enseres inútiles,
algunas cartas,
y estos poemas que escribo.
Aquí quedará todo lo que fui.
Nadie podrá ocuparse entonces
del pañuelo de mi madre
que he conservado tras su muerte.

Autor: Isabel Marina

Ilustración: Anna Ancher, “The Artist’s Mother Ane Hedvig Brøndum in the Blue Room” (1909)


sense motius

26 Novembre 2023

Em persegueix el somriure de la mare…

El bombardeig de Barcelona
li va enxampar ben petita.
Va perdre al pare amb vuit.
Desterrada a Donosti
dormia al terra
sobre un matalàs sense llençols
una cuina de carbó, el pis
a la Part vella, carrer Peixateria.
Els seus germans anarquistes
saquejaven el tresor de l’Església,
Dos lustres empresonats
al castell de Montjuich.
Rellogada sense dret a bany
fins als deu anys de casada.
El germà que mai vaig conèixer
enterrat als quaranta dies de néixer.
Era el seu primer fill.

I l’ombra d’un record
allisa l’interrogant:

Jo era allí mateix.
I sabia ella que l’estava mirant.

Autor: Javier Solé


madre e hijo (Montserrat Gudiol, 1960)

25 Novembre 2023

La maternidad es la protagonista de la pintura. Alegría por el nacimiento de una criatura que la convierte en madre, descubrir un amor sin condiciones, sentir que tienes una razón de peso para seguir luchando en esta vida que va más allá de ti misma. Pero es precisamente esa contraposición la que despierta el miedo y la angustia. Un miedo a perder lo que quieres, lo que te importa y que da sentido a la existencia.

Este miedo se percibe en la mirada. Los ojos de la madre miran al infinito como si buscaran explicaciones, respuestas a múltiples preguntas. Representan no sólo el miedo sino también el terror, la angustia, la incertidumbre.

Sólo hay un lugar en el que nos encontramos totalmente seguros, en la cueva materna, en el útero. Por eso la madre lo reproduce con sus brazos con la ayuda de la prenda con la que salvaguarda al hijo hasta que esté preparado para sobrevivir por sí mismo.

Las manos esbeltas con dedos largos y delgados parecen débiles nos llevan a sentir que son capaces de proteger y amar como sólo una madre sabe hacerlo. Unas manos que imploran, que se repliegan en sí mismas, acogiendo amorosamente a la vez que ofrecen paz y confort.

El hijo busca la seguridad de que sólo una madre sabe transmitir a través de sus brazos, como si pudieran evitar todos sus peligros. Y se acomoda haciendo un ovillo amoroso. Apoya su pequeña y delicada cabeza en el espacio del brazo que le acoge. Parece inmóvil, seguro, tranquilo y feliz como cualquier otro bebé cuando su madre le abraza y le consiente con orgullo.

Y aunque su hijo es un pequeño niño, ella también se siente protegida. Están juntos, y es el amor que les une lo que les permitirá superar todos los obstáculos; amándose y unidos podrán superar los obstáculos de la vida.

La fuerza y ​​al mismo tiempo tristeza y desolación de su mirada están en contraposición con la inexpresividad del rostro. Todas las emociones están en su interior, ningún sentimiento traspasa los límites de la piel.

El fondo de la obra con un suave ocre da una uniformidad cromática al conjunto. Juega con los claroscuros para acercarnos a la dualidad en el color como la misma dualidad que encontramos en la vida.

El tema de la maternidad es una constante en la obra de Gudiol.

En Maternidad azul (1983) la imagen representa una original visión de la maternidad, con la luz y el azul como símbolo de la paz y la esperanza. Las referencias a la época azul de Picasso son inevitables.


madre

24 Novembre 2023

Con qué tierno cuidado
protege a su bebé
del sol con la sombrilla
y arrulla en la toalla
el vulnerable cuerpo.

Después pliega la ropa
sacudiendo la arena
y se vuelve un instante
a contemplar el mar.

No puedo ver su rostro,
pero sé que posee
el rostro de las madres
pacientes, que se inclinan
como se inclina el árbol
al sostener sus frutos.

Autor: Susana Benet

Ilustración: Sorolla, “Madre e hija” (1916)


olvido

23 Novembre 2023

Me vestí para el amor.
Pinté de sangre las uñas de los
     pies;
avivé los indómitos rizos detrás del ánima;
     y el abismo.
Elegí los mejores versos para fundirlos en tu
     boca;
te aguardé infinita con geranios en el pubis
     y temblores en el pecho.
Todo fue en vano
     Olvidaste la hora del encuentro.

Autor: Martha C. Cedeño Pérez

Ilustración de slava fokk


una madre

22 Novembre 2023

Noche del 21 de julio
del año que prefieras.

En la parte vieja, sólo una puta
entrada en años, su voz.

La mejor, barato y completo.

Me dice que la edad no importa,
que el tiempo se nos ríe,
y qué razón tiene sin ser poeta,
cuando es la carne quien ordena
variar la ruta,
más allá del bien y del mal.

Su voz sabe bien que la escucho,
y que no la amo.

Pienso si tal vez sea capaz de vendar
la maltrecha pasión,
apartar la mojigata agonía.

Tampoco importa pagar
si no nos mira el dinero,
si nunca lo hace a la cara.

Nada más contundente que lo anónimo
posándose en lo que la noche escribe
y el día borra, desde siempre.

Sin venir a cuento me enseñó la foto de sus hijos.
Miraban como si escondieran una gran madre.

Y ella sólo supo decirme nada les falta.

Autor: Ambrosio Gallego Durán

Ilustración de Francis Gruber


la cama (Toulouse-Lautrec, 1898)

21 Novembre 2023

Las descripciones de Toulouse-Lautrec de la vida mundana culminan en sus escenas de los burdeles parisinos que pintó en la última década del siglo XIX. De hecho, entre 1892 y 1895, se alojó en varias casas de mala reputación con objeto de recabar material como temas para sus pinturas. En consecuencia, llevó a los límites un tema que había sido previamente explorado por artistas tales como Manet o Degas, quienes prefirieron insinuar el tema de la prostitución. Cuando Toulouse-Lautrec exploró el tema, era directo e inmediato.

La presente pintura muy probablemente tiene lugar en uno de los celebrados burdeles parisinos, que estaban localizados en la rue des Moulins, en la rue de Roisers y en la rue Richelieu.

Pintado en 1898, Le Lit (conocido también por el explícito Prostituta en la cama) es un ejemplo cautivador de la sensibilidad de la visión de Henri de Toulouse-Lautrec durante los últimos años del siglo XIX. Centrándose en una mujer semidesnuda mientras disfruta de un momento de tranquila soledad y contemplación, esta enigmática composición ilustra no sólo la sofisticación de la técnica pictórica madura de Lautrec durante estos años, ya que evoca una rica luminosidad en una variedad de tintes y matices sutiles, pero también su comprensión innata de la vida interior de sus sujetos. Reconocido como cronista de la embriagadora vida nocturna del París de fin de siècle, Le Lit revela un lado alternativo de la obra de Lautrec, arraigado en los momentos tranquilos de normalidad y realidad cotidiana que se esconden detrás de la fachada de decadencia y juerga por la que era conocida la ciudad.

En Le Lit, Lautrec coloca a su modelo en un entorno aparentemente suntuoso, indicado por el contorno de la cabecera monumental y ornamentada detrás de ella, la rica tela roja de las mantas de la cama y las cortinas estampadas que bordean el borde del espacio. La mujer es el foco principal de la escena. Sin nadie más presente, ella es libre de soñar despierta y parece perdida en sus propios pensamientos, mirando por la ventana apenas visible en el lado derecho de la composición, su cuerpo casual y relajado en una pose sencilla. Subiendo su camisón hasta su cintura, deja su mitad inferior completamente desnuda, revelando un tramo de piel suave y luminosa que Lautrec llena con capas de color sutilmente modulado. Aunque el ángulo no nos permite ver el rostro de la mujer en su totalidad, hay un aire de languidez silenciosa y soñadora en la escena, como si estuviéramos vislumbrando un momento privado y personal en el que ella escapa, momentáneamente, de la realidad.