Hans Baldung, apodado Grien (1485-1545) fue un pintor alemán renacentista discípulo de Durero. Estilo muy personal, especialmente sus inquietantes alegorías.
La sobrecogedora tabla de Baldung es la representación de un tema recurrente en las manifestaciones artísticas desde el Medievo y especialmente presente en los renacentistas, el memento mori. Es una reflexión sobre las tensiones fundamentales del ser humano, la búsqueda de la sensualidad y su pérdida con la muerte. Esta tragedia, la conciencia de lo efímero de los placeres mundanos o vanitas, es algo que interesa especialmente a este maestro alemán.
En esta tabla, de formato muy vertical, nos encontramos enfrentados a unas figuras cercanas al tamaño natural, lo que acerca al espectador a la escena contemplada.
En esta escena, la muerte, calva, desdentada y con el vientre lleno de gusanos aparece escenificada portando un reloj de arena (accesorio que simboliza el tiempo que se le otorga a cada vida) y una lanza, rota (en vez de guadaña). Agarra con fuerza y estira del brazo a una anciana, la cual a su vez pretende tirar de una hermosa joven, que se resiste. O bien, trata de aferrarse a la vida en un intento desesperado. Un bebé, ajeno a las vicisitudes de la vida, duerme. O está muerto.
Al otro lado, una lechuza, signo de la sabiduría y de la Muerte; todo ello dentro de un paisaje en tonos ocres y amarillos, desértico, infernal, con una torre demoníaca al fondo. Sólo existe un fondo de esperanza, flotando en el cielo, que no es otra esperanza que la imagen de Cristo y una Cruz en el Sol.
El paisaje es marchito, desolador, y la atmósfera es casi sepulcral.
En “Los dos amantes y la Muerte” (1511) la Parca acecha a una mujer joven, que parece estar mirándose en un espejo (un ejemplo de vanitas). Su amante trata de impedir que la muerte se la lleve. Pero la muerte recuerda, mediante el reloj de arena, que su tiempo ha concluido.
Hay un tema iconográfico relacionado con el mito de Hades y Perséfone (Plutón y Proserpina para los romanos) que desde el Renacimiento se representa con una joven desnuda cortejada por un esqueleto. Es La Muerte y la Doncella.
Hans Buldung sucumbió, como es natural, a esta iconografía. En varias ocasiones. En una de ellas la muerte agarra por los pelos a la joven mientras señala la fosa con el dedo. La mujer implora inútilmente. La otra es más tétrica. La joven se gira para besar al amante que por la espalda le acaricia y descubre el mordisco lascivo de un esqueleto desgarrador y atroz al que le falta un trozo de pierna.
La lectura moral del tema es bastante evidente: ni la belleza ni la juventud quedan a salvo del paso del tiempo y la desgracia. Pero esta iconografía relacionada con la fugacidad de la vida y los placeres mundanos incorpora un componente erótico. El nexo entre Sexo y Muerte es evidente.
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