Era la primavera de 1954, época complicada en la vida personal de Picasso, que a sus 73 años acababa de separarse de Françoise Gilot y todavía no había conocido a Jacqueline Roque. Una tarde, mientras Sylvette tomaba el sol en una terraza con sus amigos, apareció desde el patio contiguo un retrato en el que todos pudieron identificarla fácilmente. Al asomarse, se sorprendieron al encontrar a un sonriente Picasso que les invitaba a su estudio, preguntándole a Sylvette, una vez allí, si quería posar para él. La joven, que también pintaba y admiraba al artista malagueño, venció su timidez y aceptó. Durante los días que siguieron Sylvette acudió a su estudio para que pudiera trasladar su timidez y belleza a los lienzos.
Sylvette es el título de una pintura del retrato de Pablo Picasso, que muestra una mujer joven con una cola de caballo. El modelo para la pintura, Lydia Sylvette David, también conocido por su nombre de casada Lydia Corbett, era una mujer francesa que, durante el verano de 1953, trabajó en un taller de cerámica cerca de estudio de Picasso en Vallauris. Al encontrarla atractiva, Picasso creó 60 obras inspiradas en ella.
Picasso pinta a la joven de cabello rubio recogido en una cola de caballo y de cuello largo en esos 60 trabajos, entre bocetos sobre papel y óleos en lienzos además de unas 10 esculturas. Para una parte de la crítica de arte, Sylvette fue el nexo que conectaba el clasicismo con la modernidad en la creación de Picasso. Con el pelo en alto y reconvertida en una figura geométrica, cubista conduce a la formulación del último estilo, quizá el más libre del creador.
En 1954, Picasso conoce a una tímida joven de 19 años, Sylvette David, de la que se enamora (artísticamente hablando). Tanto es así, que el artista llegaría a realizar 60 obras sobre esta rubia con cola de caballo.
Con un estilo Brigitte Bardot, la joven llamaba la atención por su belleza mientras caminaba por en Vallauris, en el sur de Francia y desde el primer momento, Picasso, que vivía por ahí, quedó deslumbrado por las posibilidades pictóricas del rostro y el pelo largo de la francesa.
Sylvette recuerda el día que vió su primer retrato realizado por Picasso: “Pocos días después, estaba en una terraza con un grupo de amigos, bajo una cubierta llena de objetos de cerámica antiguos colocados allí para secarse. Un muro nos separaba del taller de Pablo. De repente, escuchamos “ooh, ooh!”. Y un enorme lienzo se desplegó en el muro: era mi retrato de perfil, con mi larga cola de caballo. Picasso lo había dibujado de memoria, con carboncillo. No veíamos al pintor ya que era bastante bajo, pero sólo podía ser él. Picasso nos hizo una señal para ir a verle, abrió la puerta y comenzó la visita a su taller.”
Picasso les mostró sus cerámicas y sus cuadros, e inmediatamente le preguntó si podía posar para él. La proposición le sorprendió porque en ese momento era «muy tímida y muy sencilla». Ella consultó con su madre, la cual dijo que sí de inmediato. Jellinek se presentó en el estudio del genio en compañía de la muchacha sin prever seguramente el impacto que la belleza de esta última iba a tener en un pintor siempre fascinado por las mujeres guapas y de rasgos interesantes. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido con otras de sus musas como Marie-Therese Walter, Dora Maar o Jacqueline Roque, la relación de Sylvette David con Picasso no pasó de platónica, aunque no por culpa del pintor.
Aquella experiencia, que tuvo lugar en 1954, aparte de estimulante para Picasso, iba a influir también profundamente en la joven inglesa, que comenzó a interesarse por la pintura mientras posaba para aquél en la mecedora del estudio. Habrían de pasar, sin embargo, dos décadas, cuando había cumplido 45 y tenía tres hijos, para que Sylvette empezase a pintar realmente en serio para convertirse en la artista prolífica que es hoy a sus 72 años.
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