“El hombre en el mar” (1889) es probablemente la pintura más conocida de Virginie Demont-Breton (1859-1935) y muestra a la esposa de un pescador calentándose a sí misma y a su bebé dormido junto al fuego, mientras su esposo pesca en el mar.
La obra inspiraría a Van Gogh una réplica donde confiere protagonismo al fuego.
Probablemente en esta obra se sintetizan sus dos preocupaciones pictóricas: la maternidad y la vida de los pescadores.
Como en “Al agua”, donde una joven madre pescadora con sus dos hijos desnudos avanza para adentrarse en el mar.
Con tan solo veinte años expuso sus obras en el Salón de París, y poco más tarde, lo haría en la Exposición Universal de Amsterdam, donde conseguiría una medalla de oro por su lienzo “La Playa” (1883), pintado en la costa del Canal de la Mancha, que se destinó al Museo de Luxemburgo en París.
En 1880 se casó con el pintor Adrien Demont Douai, y el matrimonio se trasladaría a la localidad pescadora de Côte d’Opale, donde seguiría su producción artística con reconocimiento de crítica y público en las diversas exposiciones en distintas ciudades de Europa. Su reconocida valía le hizo merecedora de presidir “La Unión de Mujeres de Pintores y Escultores”, luchando hasta conseguir que las féminas pudieran optar a obtener el Premio de Roma.
En sus comienzos, la obra de Virgine Demont versaría sobre temas mitológicos y heroicos, para evolucionar hacia temas sociales y sobre todo referidos a la maternidad. No en vano se la conoce como la pintora de la maternidad. Mujeres al cuidado de sus hijos, en el interior del hogar o próximas a la línea del mar para que sus pequeños jueguen con las olas, o sentada en el umbral de una puerta, como la obra “Alma Mater”. En ella la pintora nos muestra a una madre que contempla magnánimamente a su pequeño, coronado con un halo se santidad. Va cubierta con un elegante vestido que se contrapone con la humilde construcción.

Alma Mater es una versión inusual de la Natividad, en la que el azul tradicional de la Virgen María se ha transferido al yeso pintado detrás de ella, para que pueda vestirse de blanco.
Su primer período presenta principalmente retratos y escenas históricas o míticas, tratados de forma académica y realista. Tras su descubrimiento de Wissant, sus pinturas, a veces monumentales, se centran en retratar la vida de los pescadores, adquieren un tono más social y forman parte del movimiento naturalista. Muerde a los pescadores, a sus familias ya los niños de Wissant en medio de las olas o el mar embravecido. La cercanía a las dificultades de los trabajadores del mar, le permitió conocer sus dificultades y tragedias.
“El joven pescador observa el mar” es un retrato reflexivo de un joven cuyo futuro depende de sus habilidades para sobrevivir en el mar. Los detalles del fondo deliberadamente desenfocados y las olas encrespadas son una buena muestra de la genialidad de la artista.
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