Beata Beatrix (Dante Gabriel Rossetti, 1864)

31 Mai 2018

“El silencio cae sobre mi corazón
Y agita todo su dolor.
Estiro mis brazos en el pasto largo
Y vuelvo a dormir,
Vacía de todo amor, de vida,
Como una espiga vencida”

 (Elizabeth Siddal, fragmento del poema “Un año y un día”)

 Máximo exponente del prerrafaelismo, Dante Gabriel Rossetti (1828-1882) fue un seductor impenitente que quedó marcado por su tormentosa relación con Elizabeth Siddal (1829-1862), su esposa y principal musa. Mujer de salud delicada y tendencias depresivas, Elizabeth sería inmortalizada tras su suicidio en la inquietante Beata Beatrix, obra maestra de Rossetti y un fascinante ejemplo del uso de la simbología botánica en el arte.

La Hermandad prerrafaelista se oponía al academicismo y pregonaba una forma de pintura en la que predominara el detallismo, la luminosidad y el colorido de los artistas italianos y flamencos previos a Rafael. El movimiento duró poco tiempo, menos de cinco años, pero tuvo una enorme influencia en el arte inglés hasta fines del siglo XIX. De estos pintores, Lizzie fue una de sus modelos preferidas y una de sus principales musas.

Inspirado en la Vita nuova, obra de Dante en la que éste se lamenta por la pérdida de su amada, Beata Beatrix representa, en realidad, a Elizabeth Siddal, a la que Rossetti identifica con Beatrice Portinari, en el instante de su muerte.

La figura de Beatriz, ataviada de rojo y verde, presenta una expresión de éxtasis, posiblemente más sexual que religioso, llevando entre sus manos un pájaro maligno que sujeta en su pico una amapola, efímera flor que simboliza la pasión y la muerte, así como origen del opio, la droga que utilizó Lizzy para su suicidio. Tras Beatriz observamos dos figuras que se miran mutuamente, representando a Dante y al Amor. A la derecha contemplamos un reloj de sol que simboliza el inexorable paso del tiempo.

Tras la muerte de su esposa, y torturado por el recuerdo de ésta, Dante Gabriel Rossetti, caería en el alcoholismo y la drogadicción, hundiéndose en una grave depresión que, en 1872, le llevaría a intentar suicidarse.

Había enterrado junto a ella el único manuscrito de sus poemas y años después se arrepintió y decidió desenterrar los poemas de la tumba de Siddal. La leyenda cuenta que, cuando abrió la tumba, Elizabeth estaba más hermosa que nunca, y que su cabello había crecido llenando por completo el ataúd. Después de esto, Rossetti dijo haber visto más de una vez el fantasma de Elizabeth, acosándolo, quizás indignada por la profanación de su tumba y ofendida por la traición amorosa.

Más información en:

https://elpais.com/cultura/2015/11/29/actualidad/1448813597_114391.html


aflicción

30 Mai 2018


“No sé si t’agraden
els meus dits,
les meves mans,
els meus poemes.
Però de nit sentiràs
plorar un nen en somnis
que té sota el seu braç
els meus poemes
i les meves mans”

(Jordi Jové)

Desde un cofre cerrado
la mirada de una niña
pregunta
que escribes

si es triste o es alegre
si hablas de ella en tus poemas
o redactas una historia imaginada.

Algunos días,
interrumpes la escritura,
examinas la fotografía
de la niña que pregunta
y antes de que expliques
lo que escribes,

que casi siempre es triste
y pocas veces inventado

una inapetencia recorre la cuartilla.

Autor: Javier Solé

Fotografía de Andrea Kiss


revelació

29 Mai 2018


La nit és la porta tancada
i la lluna un espiell per on veig
milers d’esperits
gesticulant amb somriures
un missatge inaudit, frisós, urgent:

que no hi ha porta.

Autor: Celia Sánchez-Mustich

Ilustración: Odd Nerdrum, “The singers”


arcadia

28 Mai 2018


Tal vez
la vida verdadera sea esto.

Estar solo
sentado bajo un tejo frente al mar;
y, al fondo, la montaña.

Ver pasar los veleros, los albatros,
las nubes con todo su cielo encima.

Traducir los silencios interiores
al compás de un cansado corazón.

Confiar
que atraque el barco de lo impredecible
o llegue alguien con una señal.

Y esperar,
esperar.

Autor: Ángel Guinda

Ilustración: Díaz Olano, “la hija del puerto” (1933)


los portadores de signos extraños

27 Mai 2018


A la salida de la ciudad -un cortejo funerario
gente vestida de negro, portadores de signos extraños
doce sepultureros con un ataúd al hombro
y los cien familiares del muerto
mujeres, niños, hombres mayores, viejos con muletas
plañideras y sacerdotes
portadores de cruces afónicas
y muchos cuervos que vuelan en círculos
por encima del ataúd

me los encuentro cada vez que salgo de la ciudad
hace bastantes años que quieres enterrar al muerto
y no consiguen encontrar el camino al cementerio
nadie les dice la dirección que hay que tomar
yo mismo les doy indicaciones erróneas
los veo sudorosos, exhaustos
pero les digo: todo recto y luego a la derecha y luego a la izquierda
o les digo: vuelvan hasta el primer cruce y luego pregunten de nuevo
pero nadie se enfada, el cortejo sigue errando
alrededor de la ciudad.

Autor: Mateo Visniec

Ilustración: Mikalojus Ciurlionis, “Funeral Sinfonía (III)” (1903)


joven huérfana en el cementerio (Delacroix, 1824)

26 Mai 2018

delacroix-joven-huerfana-en-el-cementerio-1824
Este famoso cuadro de Delacroix, es un estudio para una de sus obras maestras: “La matanza de Quíos”, un colosal lienzo que denuncia la masacre cometida por los turcos contra la población griega de la isla de Quíos en 1822.

Y aunque sea solamente un estudio, es tal la intensidad y perfección con que está realizado que el retrato de esta niña es una obra maestra.

La intensa mirada de la niña huérfana se dirige a la derecha, fuera del marco, y transmite tristeza. La chica parece que se va a echar a llorar en cualquier momento, por esos los ojos humedecidos. La boca entreabierta, esa mano sobre su regazo, el blanco de la camisa que evoca inocencia nos hace padecer su sufrimiento. La huérfana es una figura vulnerable.

Delacroix hace que el contraste entre la figura y el fondo sea muy marcado, para darle protagonismo a la chica. El cuerpo de ella está perfectamente delineado, mientras que el paisaje es básicamente un boceto. El artista ha tenido la precaución de pintar las cruces bien negras y las lápidas bien blancas, para que no se nos pase por alto que se trata de un cementerio.


passa un hombre

25 Mai 2018


Passa un obrer amb el paquet del dinar.
Hi ha un pobre assegut a terra.

Dos industrials prenen cafè
i reflexionen sobre el comerç.

L’Estat és una gran paraula.

Autor: Joan Brossa

Fotografía de Brassai (1930)


algo en mi sangre espera todavía…

24 Mai 2018


Algo en mi sangre espera todavía.
Algo en mi sangre en que tu voz aún suena.
Pero no. Inútilmente yo te llamo.
Aquella voz que te llamaba es ésta.

Ven hacia mí. Mis brazos crecen, huyen
donde los tuyos la mañana aquella.

Ven hacia mí. La tierra toda oscila,
se mueve, cruje. Vístete. Despierta.

Oh, qué encendida el alma
en su secreto puro, si vinieras.
Sin esperanza, entre la luz del día,
mi voz te llama.
El eco. La respuesta.

Autor: Carlos Bousoño

Fotografía de Andrea Kiss


eterno no retorno

23 Mai 2018


“Llavors eren la 1:24h. I a les 2:03 de la tarda va néixer el meu fill. Estava molt il·lusionada, i molt contenta. No parava de plorar. Els metges el van vestir amb una roba blanqueta, era un mica ros, amb els ulls verds.”

(Laia Solé, fragment treball “Com em sentiria si jo fos mare i hagués
nascut el meu fill?”)

Perdí
todo lo que había imaginado.

Perdí
aprender a conducir un automóvil
viajar sola al extranjero
la boda de mi hermana en mayo
el primer sueldo y la primera huelga
el entierro de mis padres en diciembre.

Perdí
enamorarme
desenamorarme.
Parir un hijo.

La ilusión que nace con la utopía.
Estremecerme en el bosque
o en un puente sobre el mar.
La amargura que sepulta una traición.

Mis padres lloraron veinte años.
Perdí esos veinte años.
Y los veinte que vinieron después.

Soy,
somos,
el germen de un eterno no retorno.

Eterno conjuga con muerte.
Retorno es un siseo
húmedo y trémulo
musitado por los vivos
siempre de madrugada.

Autor: Javier Solé

Ilustración de Berta Vicente Salas

Del libro de poemas “Las hilanderas” (ISBN 978-84-9160-877-6)


romance de la noche

22 Mai 2018

Suave cabalga la noche
en su montura de aire
por cordilleras, desiertos,
glaciares, ríos, volcanes.
Humedeciendo los prados,
refrescándose en los mares,
abrevando cataratas,
cubriendo los cenagales.
Suave cabalga la noche
con sus pezuñas flotantes,
sobrevolando tejados,
perdiéndose por las calles.
Empapuzada de duendes,
reflejándose en cristales;
entre farolas cianóticas,
cuando llora nunca hay nadie.
Tiene las horas contadas
y su soledad lo sabe.
Bajo el circo de los cielos
suave cabalga la noche.

Autor: Ángel Guinda

Ilustración: Johann Barthold Jongkind, “LE PORT DE DORDRECHT AU CRÉPUSCULE”