De regreso de Inglaterra, en 1871, Monet se instala en Argenteuil, donde residirá hasta 1878. Estos años corresponden a un periodo de plenitud. Los paisajes luminosos de esta región le permiten explorar las posibilidades de la pintura al aire libre.
En esta pintura se evoca la atmósfera vibrante de un paseo por los campos durante un día de verano.
Durante la estancia de Monet en Argenteuil la naturaleza se convertirá en la verdadera protagonista de sus lienzos, como en esta obra, en donde las figurillas parecen fundirse con el paisaje
Su mujer Camille y su hijo Jean pasean por los campos de amapolas de Argenteuil acompañados por otra pareja al fondo. La línea del horizonte se puebla de árboles y el azul del cielo se ve interrumpido por las blancas nubes que se desplazan en una magnífica sensación de movimiento.
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