Sant Jordi i el drac (Montserrat Gudiol, 1974)

La pintora Montserrat Gudiol (1933-2015) dedicó dos de sus obras más conocidas a Sant Jord, la composición es la habitual, con el santo clavando la lanza en el dragón. En la segunda, muestra un santo que reconfota a la preiuncesa después de salvarla.

En Lucha de San Jorge y el dragón (1605) Ruben representa el momento en el que San Jorge amenaza con su espada al dragón, que aparece con la forma de un monstruo con los ojos desencajados, sujetando la lanza con la que el santo le ha atravesado la boca.

San Jorge ataviado como un general romano, con sus atributos habituales (coraza romana, montando un caballo blanco, la lanza clavada en el dragón a sus pies​ refleja el influjo de Miguel Ángel en las primeras obras de Rubens, como los personajes fuertes y de músculos rotundos. El caballo blanco que tiene un gran protagonismo en la escena, ocupa gran parte de la composición y la articula generando una gran diagonal contribuyendo al movimiento de la escena.

Rubens logra un gran realismo y dramatismo con detalles como la baba que surge de la boca de la montura, los ojos desencajados del dragón, la sorpresa que manifiesta la princesa o el temor reflejado en el cordero.

El cuadro representa el relato de San Jorge y el Dragón, una leyenda piadosa medieval que describió el escritor Jacopo della Voragine en su obra Leyenda Dorada. Aquí se cuenta como el antiguo general romano San Jorge ya convertido al cristianismo, llega a la ciudad de Libia de Silca​ donde había un dragón en un gran lago. Los habitantes del pueblo entregaban dos ovejas diarias como alimento, para apaciguar la ira del monstruo. Pero al acabarse las ovejas, decidieron sacrificar a los habitantes del pueblo, que eran elegidos por sorteo. Cuando le llegó el turno a la hija del rey, San Jorge la salvó enfrentándose y matando al dragón. Gracias a la hazaña, la población acaba convertida al cristianismo.

En la pintura se muestra una escena de la famosa leyenda de San Jordi i el Drac. A la derecha, Sant Jordi da una lanza a la bestia, ya la izquierda encontramos a la princesa cautiva. El fondo se compone de la cueva del dragón y un paisaje sereno con un remolino de nubes sobre Sant Jordi. El ojo en el remolino de nubes, alineado con la lanza del santo, representa la intervención divina en la escena. El suelo presenta unas líneas cuadrangulares acordes a las reglas de la perspectiva lineal centrada, que Paolo Uccello fue uno de los primeros maestros en utilizar.

Las tendencias góticas en el arte de Paolo Uccello son muy evidentes en esta pintura, sobre todo en la figura de la princesa, tan esbelta, compuesta y aristocrática, parece tomada de la cultura gótica tardía, así que la obra se considera de un estilo de transición entre el gótico y el Renacimiento.

La representación melodramática de la damisela en apuros, o la doncella perseguida es un tema clásico en la literatura mundial, el arte y el cine. Ella suele ser una mujer joven y bella enfrentada a una situación extrema por un malvado o un monstruo y que requiere un héroe para rescatarla, y aunque suele ser humana, podemos encontrarla también en forma de figura ficticia o mitológica, como un ángel o una deidad.

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