retrato del doctor Gachet (Van Gogh, 1890)

30 Abril 2016

Van Gogh - retrato del doctor Gachet (1890)
“Prefiero mil veces pintar los ojos de la gente que pintar catedrales” (Van Gogh)

Hay dos versiones auténticas de este retrato, ambas ejecutadas en junio de 1890 durante los últimos meses de vida de Van Gogh. En ambas se muestra el doctor Gachet sentado ante una mesa y haciendo descansar su cabeza sobre su brazo derecho, pero pueden diferenciarse con facilidad.

El Dr. Gachet era un famoso médico homeópata que trató a Vincent al final de su vida en Auvers-sur-Oise, localidad a donde fue a vivir el pintor tras el espantoso episodio de la oreja. Apasionado por el arte fue amigo de diversos pintores impresionistas como Cézanne y Pissarro y de hecho pintaba de vez en cuando. Este cuadro, extremadamente innovador, está dividido diagonalmente por la línea de la mesa roja en la que se apoya el doctor, que aparece con rostro cansado mirando al vacío.

Un halo de melancolía, tristeza y resignación se refleja en el rostro de Gachet. Todos los trazos y los tonos se adaptan a esta melancólica atmósfera; las líneas siguen la abatida inclinación del personaje. El azul de su chaqueta resalta su cara y acentúa su palidez; la mirada afligida de sus ojos claros está cubierta por un velo de tristeza, desalentada y perdida en el infinito.

Vincent utiliza diversos tipos de pinceladas: la mesa está ejecutada en trazos rectos, mientras que la chaqueta y parte del fondo son pinceladas curvilíneas y la parte superior de la obra está realizada con entrecruzamientos en ángulo recto, tan característicos de sus retratos provenzales. En el retrato el artista propone un fuerte contraste cromático. en primer plano, sobre la mesa, junto al libro una planta medicinal y la parte superior con una línea ondulada.

Van Gogh - retrato del doctor Gachet (1890) (02)
“El Sr. Gachet me parece tan enfermo y nervioso como tú o como yo, siendo además mucho mayor que nosotros. Hace algún tiempo perdió a su mujer, pero es ante todo médico y su experiencia y su fe le ayudan a mantener el equilibrio. Nos hemos hecho bastante amigos. Estoy haciéndole un retrato, con la cabeza cubierta con una gorra blanca y sus cabellos rubios en tonos muy claros; la carne de las manos también es muy clara; lleva un levita azul y el fondo es de un azul cobalto. Está apoyado sobre una mesa roja, en la que hay unos libros amarillos y una planta de digitan con unas flores púrpuras”


ropa tendida

29 Abril 2016

C A N E R • B A Ş E R
Han pasado ya dos años.
Dos. Dos años.
Y su madre sigue tendiendo al sol su ropa,
cada día.
Ropa que saca del armario de la cómoda
y que coloca sobre la cama
como solía hacer cuando ella estaba.
Ropa de colores alegres,
rojos, verdes, morados, amarillos
y lilas.
Ropa como la que usan las muchachas de hoy en día
y ropa como la que aquel día que desapareció
llevaba puesta, su hija.
De eso hace ya dos años.
Dos. Dos años.
Cada cierto tiempo
la madre toma la ropa y la lava a mano,
para sentirla viva.
Luego la tiende de una cuerda
en el patio, de cara al sol.
Quizás para que los vecinos digan:
¡Mira, ya hay otra vez
ropa tendida!

Autor: Iosu Moracho


los encerrados

28 Abril 2016

Otto Dix - retrato de los padres (1924)
Los atrancados. Los encerrados vivos.
Oscurecidos, aherrojados en el último cuerpo
de la casa, se consumen y hablan.
Corre la muerte afuera.
Hablan con el televisor y con sus muertos.
Olvidan los plazos del futuro
igual que olvidan hoy
qué cosas les dolieron ayer tarde.
No abren las ventanas
porque no entren el sol ni los ladrones
y el cielo está techado de uralita,
y no quieren saber a cuántos años
se murieron su madre ni su padre-
Por olvidar, olvidan enfadarse, se tragan
las horas, el caldo, las pastillas, y arrastran
su nombre y sus dos pies como un misterio.
Y leen y releen, una vez y otra vez,
tercos como funambulistas,
la cuenta de la luz, el testamento,
la invitación de boda de una sobrina nieta.

-Anda, padre, hay que andar.
Y se levanta, y sale, y anda, porque su hija
le ha dicho que hay que andar cada día
si no quiere oxidarse.
Mientras madre, para no ver el filo,
para no ver la muerte,
olvida que hoy es miércoles, olvida que es agosto.
Olvida que ha vivido.
Y se afana, y trajina, y se ríe.

-Cómo voy a tener yo ochenta años.

Autor: Juana Castro

Ilustración: Otto Dix, “retrato de los padres” (1924)


silencio

27 Abril 2016

Jane Beata - 01
silencio

silencio de sílice
que se trasforma en arena
sin simetría
sin reloj
polvo que se cuela
en cada costura de mi piel

silencio

silencio sonoro
de sonata en sol menor
sin melodía
sin ritmo
música que se esconde
en mi boca y mis oídos

mis oídos
cosen mis labios
para que no se escape
siquiera
una corchea escuchada

mi boca
cerrada en sonrisa
para que no se escape
siquiera
un grano de arena

He estado tanto tiempo en silencio
que no recuerdo el sonido de las sílabas
pero no he olvidado
lo que quiero decir

Autor: Ruth Rodríguez

Fuente original:

http://ruthrodlop.blogspot.com.es/2012/09/silencio-de-silice.html

Ilustración de Jane Beata


historias de mayores que son cuentos para niños

26 Abril 2016

ventanas iluminadas
Permanezco esta noche
asomado a la ventana
de una habitación sin dueño,
viendo las casas iluminadas de mis vecinos…

Una pareja en silencio durante horas
que me recuerda mi matrimonio.

Un viejo enfermo fuma a escondidas
el que puede sea el último cigarro.

Un bastardo abofetea a su esposa
ante un enjambre de hijos,
vástagos que ingresarán huérfanos
en un casa de acogida.

Un estudiante se masturba soñando
con mujeres inaccesibles de pechos grandes.

Una abuela sin nietos,
en la mecedora quieta,
mira muerta el televisor
que emite una película en blanco y negro.

Mi hija ausente
aguarda en el interior de la casa
el relato de todas estas historias
como si fueran los cuentos que le explicaba
cuando era niña.

Yo sé que no los escucha,
que no puede oírlos
pero actúo como si fuera posible.

De esta modo
absurdo
me siento
un poco menos solo,
algo menos infeliz.

Autor: Javier Solé

Del libro de poemas “La casa del silencio” (ISBN 978-84-9095-522-2)


a veces…

25 Abril 2016

kelly vivanco - 04A veces para morirse,
es suficiente un recuerdo.
Esa sombra alargada
que nos amortaja en el tiempo,
y cada vez que amanece
vuelve a crecer su sentimiento.
Es una ola que nos arrastra
incluso en las veredas del sueño,
y lleva tanto, tanto llanto,
que apaga el corazón más sediento.

 

Autor: Luis Ángel Marín Ibáñez

 

Ilustración de Kelly Vivanco


la sonrisa y la foto

24 Abril 2016

2013-08-laia-feliz-en-mercadona
A Laia

Hay una sonrisa
que cabalga en el rostro sin nubes.
Huele a pétalos sumergidos en antiguas teteras
y a meriendas en los parques.

Hay una sonrisa que silencia palabras,
salta por las farolas de las esquinas,
viaja en las plumas de las calandrias,
pinta carteles con poemas que mañana escribiremos,
guarda secretos
y sólo se aquieta en el papel de las fotos.

Hay una sonrisa que dibuja horizontes
y entre la magia de las palabras
baila danzas de luciérnagas y estrellas.
Y hay desgraciados seres
que por culpa de los relojes
pasan ciegos sin haberla conocido.

Autor: Gabriel A. Jacovkis, julio 2014

Del libro “Bombyx mori” (ISBN 978-84-9095-196-5)


muchacha dormida (Vermeer, 1657)

23 Abril 2016

Vermeer - muchacha dormida (1657)

En la línea del Barroco holandés que pinta escenas de género con una clara intención moralizante respecto a los supuestos vicios de la sociedad, “Muchacha dormida” representa a una dama elegantemente vestida que duerme apoyando su cabeza sobre la mano derecha y ésta en la mesa, cubierta con un rico mantel, mientras un pesado tapiz oriental cubre la zona de primer plano.

En la mesa encontramos una jarra de vino, un frutero y una copa de cristal en la que aún se aprecian restos del caldo que la dama ha consumido. En el fondo observamos una puerta abierta que nos permite ver la estancia contigua, creando así un interesante efecto de profundidad. La mujer está sola. El vestido deja ver que no se trata de una criada, sino de la esposa del señor de la casa.

El gesto de la mujer ha sido interpretado como una alusión a la acedía, la negligencia, considerado desde la Edad Media como uno de los peores vicios, incluso un pecado mortal. A la acedía se llegaba a menudo como consecuencia de la embriaguez, razón por la que aparece el jarro y la copa de vino. Pero algunos elementos de la composición hacen pensar a los expertos que nos hallamos ante un asunto amoroso fuera del matrimonio, basándose en el cuadro que aparece sobre la cabeza de la dama. A pesar de la dificultad en reconocerlo, se piensa que se trataría de un angelito o un Cupido con una máscara. De esta manera parecen aunarse diferentes defectos que se presentan coaligados: la pereza o desidia fruto de la embriaguez que proviene del desenfreno libidinoso de una adúltera.

Vermeer había incluido inicialmente en el cuadro varios elementos significativos; un estudio con rayos X mostró que en la puerta se encontraba un perro y en el fondo izquierdo del cuadro un hombre, que fueron sobrepintados más tarde. Con estos elementos la interpretación de la composición se hace más fácil. La silla vacía y el desorden de la estancia, junto a una puerta entreabierta, inciden en la quiebra de la vida ordinaria fruto de una pasión desordenada o un desengaño amoroso.


heridas

22 Abril 2016

Montserrat Gudiol - 04
Hay heridas que no
logran cerrarse,
heridas que el tiempo
agranda,
como una grieta
en los muros de la casa.
Por esa grieta voy
con mi hermana
de la mano,
las dos ya de mayores.
Oscurece y caminamos,
prisioneras de un tiempo
que no llegó a ser
entre nosotras,
respiramos el aire atrapado
en ese instante,
como el pez que de niñas
llevamos brillando
en una bolsa y después
ya estaba muerto.
Hay heridas
que nada más cierran
en falso,
ríos caudalosos que
en silencio fluyen
bajo la tierra
y, a veces, nos
desbordan la vida,
a borbotones.

Autor: Berta Piñán

Ilustración de Montserrat Gudiol


abril

21 Abril 2016

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Recuerdo que era abril,
que la tarde, lentísima,
se enredó a tus palabras
antes de pronunciar
mi nombre, desasido de la música.
Lentamente, mis ojos,
recorrieron tu escote
sin reparar en gastos.

En abril como un grito
en mitad de la nada,
como una bendición
de saliva y jazmines,
abril, como tus manos,
presintiendo la luz del milagro inminente.

Autor: Katy Parra