Sylvia von Harden (Otto Dix, 1926)

31 Mai 2017

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Representa aquí a la periodista y poeta Sylvia von Harden. Otto Dix omite deliberadamente cualquier referencia a la profesión de Sylvia von Harden porque no le interesa como personaje, sino como modelo de un nuevo tipo de mujer emancipada que rompe con los estereotipos clásicos femeninos. Para destacar esta idea, enfatiza su aspecto andrógino y la presenta haciendo cosas que se consideraban típicamente masculinas. A una mujer respetable de esa época, jamás se le habría ocurrido dejarse ver en público sola en un bar, bebiendo y fumando. La falda demasiado corta deja ver una media caída que demuestra la escasa coquetería, incluso dejadez, de la escritora. El corte recto del vestido oculta su físico: ninguna curva interrumpe la verticalidad de las líneas del estampado.

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Los únicos elementos que demuestran una cierta femineidad son el rojo de labios, de tono sanguinolento, y la sortija.

Paradójicamente, su objetiva fealdad la convertían en seductora, liberada de los cánones de belleza que atormentaban a otras damas. Demasiado delgada, de nariz prominente y manos grandes y huesudas, su corte de pelo a lo garçon y el monóculo en el ojo derecho acentuaban su aspecto marcadamente andrógino. Otto Dix la pintó sentada a la mesa de dicho café berlinés, tomándose un coctel y fumando un cigarrillo

Definitivamente, Sylvia von Harden es una mujer claramente subversiva.

Otto Dix fue uno de los máximos exponentes de la Nueva Objetividad alemana, movimiento pictórico que surge tras la Primera Guerra Mundial y que supone una vuelta a la figuración, una alternativa a las corrientes vanguardistas que tendían hacia la abstracción o hacia lo conceptual. Durante la Gran Guerra, este artista se alistó voluntariamente para combatir en las filas alemanas, siendo posteriormente herido y quedando traumatizado por la experiencia bélica. Así, su obsesión se volvió plasmar en sus cuadros la brutalidad y dureza de la contienda y los efectos de ésta en la Alemania de la posguerra: los veteranos mutilados y desfigurados, los vagabundos, las prostitutas… otto-dix-dream-of-the-sadistNo en vano, la Berlín del período de la República de Weimar se conocía como la “ciudad del vicio”, ya que era la metrópolis del libertinaje y la frivolidad. Proliferaban los cabarets y clubs nocturnos, los salones de baile, la cocaína. Mendigos, inválidos, parados y prostitutas invadían las calles. Para él y otros miembros de la Nueva Objetividad como Grosz, el arte se volvió una forma de espantar el fantasma de la guerra.

Su pintura es extremadamente crítica y cruda, prestando especial atención a la prostitución, la violencia, la deformidad, la mutilación y la muerte.

Contrastes delirantes recorrían las calles de Berlín: mutilados de guerra sin piernas o sin narices, prostitutas marcadas por la enfermedad, veteranos mendingando, traficantes del mercado negro envueltos en pieles lujosas, drogadictos, idiotas frenéticos, suicidas, criminales sexuales y descuartizadores. Pero también uniformados que balean a trabajadores indefensos, desocupados, sobrevivientes de hambre y miseria. Una selva humana parecida a un matadero, un burdel, un hospicio, una sociedad que se derrumba por la guerra y sus secuelas. Un mundo desmoralizado en que el asesinato es moneda corriente, la política ineluctablemente corrupta, y nadie puede escapar a la prostitución, simbólica o real. Mientras los tres pilares del orden capitalistas, militares y clero contemplan sin intervenir el caos que prologa al nazismo. otto-dix-menschen-in-trummen

A esta sociedad perteneció Otto Dix, joven alemán a quien los acontecimientos bélicos obligaron a defender su nación en el frente de batalla. El futuro pintor fue reclutado en el ejército, tuvo una actuación destacada y sufrió el trauma de la guerra, generándose en su interior un abierto rechazo a la misma y un afán de denunciar los horrores vividos.

otto-dix-el-cerillero-ii-1927Esta ingrata experiencia fue el caldo de cultivo para que fácilmente se enrolara en una estética sumamente agresiva hacia los grupos sociales más frágiles y vulnerables de esa época: mujeres, niños, ancianos, prostitutas y homosexuales fueron tema de  representaciones denigrantes entre ciertos artistas plásticos, músicos, literatos, dramaturgos y cineastas.

Dream of the sadist” y “menschen in trummen” son dos muestras de esta pintura expresionista y realista de Otto Dix. En “El cerillero” (1927) la figura del niño está engrandecida pero situada en un rincón. Su rostro supera la tristeza,. es de verdadero pavor. Se abriga del invierno pero ninguna figura humana puede adquirir sus cerillas,


declaración de intenciones

30 Mai 2017

He necesitado
tan solo
trece mil latidos
y un instante
para nombrarte.
Eres.
Sed.
Y calma.
Quede este cuerpo
como ofrenda
viva e inmutable.
Sea esta voz semilla tuya.
Perpetua.
Esparcida al viento.

Autor: Magda Robles

Fuente original:

http://ligeiaenpenumbras.blogspot.com.es/2013/12/latidos.html#axzz4fd9lXSXk


historia de un amor

29 Mai 2017


Para que yo pudiera amarte
los españoles tuvieron que conquistar América
y mis abuelos
huir de Génova en un barco de carga.

Para que yo pudiera amarte
Marx tuvo que escribir El Capital
y Neruda, la Oda a Leningrado.

Para que yo pudiera amarte
en España hubo una guerra civil
y Lorca murió asesinado
después de haber viajado a Nueva York.

Para que yo pudiera amarte
Catulo se enamoró de Lesbia
y Romeo, de Julieta
Ingrid Bergman filmó Stromboli
y Pasolini, los Cien Días de Saló.

Para que yo pudiera amarte,
Lluís Llach tuvo que cantar Els Segadors
y Milva, los poemas de Bertolt Brecht.

Para que yo pudiera amarte
alguien tuvo que plantar un cerezo
en la tapia de tu casa
y Garibaldi pelear en Montevideo.

Para que yo pudiera amarte
las crisálidas se hicieron mariposas
y los generales tomaron el poder.

Para que yo pudiera amarte
tuve que huir en barco de la ciudad donde nací
y tú resistir a Franco.
Para que nos amáramos, al fin,
ocurrieron todas las cosas de este mundo

y desde que no nos amamos
sólo existe un gran desorden.

Autor: Cristina Peri Rossi


la casa vacía

28 Mai 2017

Abre la puerta y da la luz.
Es ya muy tarde,
y sabe que en su casa nadie lo espera.
Todo
sigue en su sitio y el silencio pesa
sobre las mudas cosas que le ignoran.
Va de aquí para allá, por el pasillo, por las vacías
habitaciones, y no sabe qué hacer, por qué esta noche
está tan lejos todo.
Coge un libro.
Pasa un rato leyendo.
Luego, escucha
con desgana una música.
Mientras, la madrugada
avanza lentamente.
Acaso alguna rosa
de ese florero que hay sobre la mesa
deja caer sus pétalos marchitos.

Autor: Eloy Sánchez Rosillo

Ilustración de Vilhelm Hammershoi


ternura

26 Mai 2017

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Somos teclear de lluvia.
Agonía de lagartos.
Manos de carbón.
caracoles de azogue.
La partida de un niño,
un perro doloroso,
una hoja muerta
Somos hombres
sin sílaba
sin sombra
sin lápiz.
Árbol sin viento
y sin ancla
que devoraste nuestras palabras
nuestros limoneros
Camino de algas y mariposas
que truncaste
el silbido del hombre crucificado.
Somos
aceras mojadas,
plegarias de surcos,
ternura.

Autor: Miyó Vestrini


al olmo seco

25 Mai 2017


Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

Autor: Antonio Machado

Fotografía de Alexander Konstantinov


tsunami psíquico

24 Mai 2017


La muerte
es
irreversible
permanente
concluyente
decisiva
rotunda
categórica
indiscutible
contundente
absoluta
definitiva
vitalicia.

Es,
la muerte,
un fenómeno universal e ineludible.
Todos siempre.

La muerte
es
el fin de las funciones vitales.

Ya no
respiras
ni te mueves
ni tampoco comes
nunca mas bailas
jamás vuelves a sonreír
no podrás amar ni te podrán abrazar.
Los besos están proscritos.

Ella está muerta.

Sólo
la amenaza de evocar
aquellas horas fatales
o sentir el vacío descomunal
de la pérdida
puede
levantar
vientos huracanados
que abolirán
nuestra esperanza
y en el océano
nacerán olas gigantescas
que arrasarán
todos los edificios de la bahía.

Autor: Javier Solé

Del libro de poemas “La casa del silencio” (ISBN 978-84-9095-522-2)


anatomía

23 Mai 2017

sarazhin-denis-06
Quién situó
el amor
en el corazón

El odio
en las tripas

y el miedo
en la garganta

olvido decirnos
dónde diablos
colocar la indiferencia.

Autor: Itziar Mínguez

Ilustración de sarazhin denis


i’ll go to hell

22 Mai 2017


Escapar por el río,
huir en una balsa,
acariciar el miedo,
coleccionar estrellas,
querer a los amigos.

Fumarse la tristeza
en una pipa de corcho.
Ser la sombra que flota,
un alma sigilosa que se esconde del sol.

Enhebrar una aguja
con un beso,
ser la niña que lee
mientras se toca el pelo.

Yo iré al infierno,
guardaré tu secreto
del hombre agazapado
que busca libertad
y sueña que el futuro
no distingue colores.

Yo iré al infierno
contigo Huckleberry
y el fondo de tu abrazo
será mi salvación.

Autor: Ana Merino

Ilustración de Alex Katz


a ninguna parte

21 Mai 2017

jose-luis-perez-el-paseo
Los pensionistas hablan de trombosis
en los autobuses
o aguardan el final
en los bancos de los parques públicos,
entre mierda de palomas y jeringas
ensangrentadas,
o me paran en la calle
ante escaparates llenos de electrodomésticos
para preguntarme la hora
e interesarse por la raza de mi perro.
Son las cinco de la tarde y todo
en la ciudad apesta a muerte.
Sé que es inútil. Llegar a casa,
ponerme aquí delante y redactar
quince o veinte líneas, qué más da,
esta especie de salvoconducto
a ninguna parte.

Autor: Roger Wolfe

Ilustración: José Luis Pérez, “el paseo”