“Las tres edades de la vida” es uno de los temas más interesantes en la historia de la pintura. Se trata de un tema que reflexiona acerca del paso del tiempo en el cuerpo, el cambio, la reproducción, el envejecimiento y la mortalidad.
El cuadro presenta tres mujeres de tres edades distintas.
De frente y en primer plano aparece la madre, con su hija en brazos, apoyando su cabeza sobre la de su retoño. Tiene los ojos cerrados y gesto de ensoñación, al igual que la pequeña, cuyo sexo no podemos contemplar al estar su figura apretada contra la madre. Existe una armonía entre ambas y el gesto de la madre apoyando su cabeza sobre la de su hija (ambas con los ojos cerrados) transmite ternura; además el rostro de la madre y la iluminación le otorgan una sensación de plenitud.
La tercera mujer es una anciana desnuda, de lado, con el rostro cubierto, transmitiendo una sensación de decadencia y soledad.
De esta manera podemos apreciar la representación del nacimiento, la madurez y la decadencia.
Es una alegoría perfecta a las tres fases de la vida. La ternura que impregna la figura femenina con el niño no tiene precio, las dos tienen una expresión dificilmente superable por los mejores retratistas realistas del momento. En cuanto a la figura de perfil, ésta queda como en penumbra y nos transmite una gran sensación de tristeza, con la cara tapada por los cabellos, la figura desgarbada y ligeramente separada de las otras dos, se advierte un color menos alegre y más terroso que contrasta con la alegría que despiertan las otras dos figuras. Los motivos circulares que coloca alrededor de las figuras principales son típicos del modernismo y le dan una dimensión decorativa al cuadro más allá de su significado.
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