“perquè estimar no és enamorar-se”
(Joan Margarit, fragmento del poema “Treballs d’amor”)
Por la puerta entreabierta
del vestidor
veo tus pechos caídos.
No son las cicatrices de tu rostro inapetente
ni los cabellos blancos
o tu aspecto desaliñado y sucio,
ni tu falta de ganas para cualquier cosa
lo que anula mi deseo
más bien
las manos vencidas con las que no te abrazo
los años arando un rostro inexpresivo
mi pelo albino
mi presencia desabrida y descuidada
mi falta de ganas para iniciar o continuar cualquier proyecto
y,
muy especialmente,
todo el futuro enterrado de antemano,
la historia que nos ha tratado mal,
tanto
que parecemos dos ancianos
esperando
con indisimulada indiferencia
la muerte.
Unas viejas fotografías
certifican,
en esta casa triste
donde habitamos,
que nuestra infelicidad
fue sobrevenida.
Autor: Javier Solé
Del libro de poemas “El exilio interior” (ISBN 978-84-1304-853-6)
Ilustración: Picasso, “la tragedia -los pobres a la orilla del mar” (1903)
Es muy probable que “La vida” -un cuadro similar a éste- sea más popular y representativo de la época azul de Picasso pero en “La tragedia” -o “Los pobres a la orilla del mar”, como también se le conoce- es una pintura que cuando la ves no deja de perseguirte toda la vida. La tristeza que desprende deja una huella tan profunda que es ya imposible que el tiempo u otras pinturas la borren.
Son las tres figuras estilizadas de personas elegantes, venidas a menos, las encargadas de conmover las entrañas del espectador, de hacerle pensar y de sumirle en la misma incógnita que probablemente atormentaba a su creador para ser capaz de generar tanto desasosiego con un trazo tan preciso de los pinceles.
Estos tres personajes son extremadamente pobres, como lo evidencia el hecho de que estén descalzos y quizás también su delgadez. El significado de la pintura, sin embargo, radica en las actitudes y el entorno. Los mayores, el hombre y la mujer, cabizbajos y desesperanzados, entienden que su condición de pobreza y posiblemente la del niño son irreversibles. El niño, por el contrario, con la posición de la mano, los ojos abiertos y una actitud que tiene como propósito calmar, tiene otra visión. El niño es el futuro (donde siempre hay esperanza), pero también hay inocencia y desconocimiento de la realidad.
Los pobres de azul son ciegos sin serlo por voluntad del pintor, que además inclina sus rostros para que la sumisión de las circunstancias atormente a los protagonistas y, a través de ellos, al observador.
La playa y el mar representan la profunda desolación del pobre y la permanente falta de recursos.
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