En La partida de naipes se aprecia cómo, ya a finales de los años cuarenta, el lenguaje y el estilo pictóricos de Balthus estaban completamente definidos. Las líneas rectas y las formas geométricas dominan y arman esta composición que representa un escenario sucinto en el que dos personas juegan a las cartas. La luz entra por el lado derecho e ilumina a la niña así como toda la espalda del chico. Las sombras proyectadas en el suelo y sobre la mesa contribuyen a definir el espacio donde acontece la acción. Como en las obras de Balthus que tienen dos o tres personajes reunidos alrededor de una mesa o sentados en un sofá, en esta Partida de naipes la luz del sol ilumina a las dos figuras, el silencio las envuelve y se produce un ambiguo cruce de miradas; de ahí que este tipo de escenas resulte incómodo, poco familiar y adentre al público en una atmósfera de misterio e incertidumbre.
La partida de naipes representa a dos jóvenes, un niño y una niña, jugando a las cartas en una mesa sobre la que se ha dispuesto un candelabro, situada en una habitación sencilla y despejada. Por su austeridad y monumentalidad, por su geometría y colorido, es un cuadro que evidencia la admiración de Balthus por la obra de Piero della Francesca. En la escena representada, la fuente de luz que entra por la derecha de la habitación ilumina fríamente diversos objetos y contribuye al misterio del cuadro.
Sus característicos interiores burgueses, aparentemente inofensivos, son los escenarios elegidos por Balthus para representar un mundo de contenidos ambiguos, poblado de jóvenes adolescentes en la flor de su pubertad, en el que, los adultos no osan entrar.
En la pintura de Balthus las niñas son las reinas y, por tanto, siempre son las ganadoras. Los chicos normalmente desempeñan un papel más secundario en la escena, como compañeros impasibles o rivales perdedores en los juegos. A pesar de que aquí el joven está dispuesto a hacer trampas para imponerse, la sonrisa velada de la jovencita nos evidencia que prevalecerá una vez más esa constante de los mundos balthusianos y ella finalmente será la triunfadora. La postura descoyuntada del joven, que combina simultáneamente una visión frontal y de perfil, ya había sido utilizada por Balthus. Además, el tema de la trampa y el juego implícito en esta escena, al que Balthus añade una nueva carga simbólica, se podría poner en relación con la tradición caravaggista.
¿Cuál es la carta escondida de este joven truhán con la que probablemente embaucará a la niña?
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