ramas de almendro en flor (Van Gogh, 1890)

31 Octubre 2019


“Me he puesto inmediatamente a hacer un cuadro para él, un lienzo para colgar en su dormitorio: unas gruesas ramas de almendro en flor blanco sobre un fondo de cielo azul”

Con estas palabras se dirigía Vincent Van Gogh a su madre, Anna, en respuesta a la noticia del nacimiento su sobrino. La carta está fechada el 15 de febrero de 1890. En aquel momento, Vincent se encontraba en el sanatorio de Saint-Remy, donde ingresó por voluntad propia en mayo del año anterior.

El 31 de enero de 1890 Johanna Bonger, la esposa de Theo, da a luz a un niño sano que será bautizado con el nombre de su tío y padrino, Vincent Willem, y que alcanzará la edad de 88 años.

Vincent viaja a París en mayo para reencontrarse con su hermano y conocer a su sobrino. Según declara Jo, el niño mira fascinado el cuadro de su tío, y se entretiene en observar las flores blancas desde su cuna. La relativa estabilidad psíquica del pintor duró poco tiempo.

Grandes ramas en flor como esta contra un cielo azul fueron uno de los temas favoritos de Van Gogh. Los almendros florecen a principios de la primavera, lo que los convierte en un símbolo de una nueva vida.

Pintada para su sobrino y ahijado recién nacido, esta obra muestra a un Van Gogh luminoso, lleno de optimismo por el nacimiento del bebé, que sería bautizado con el nombre de Vincent.

La primavera llegó a Arles e influido por los grabados japoneses, Van Gogh pinta esta oda a una nueva vida, a la naturaleza. La luz parece irradiar del cuadro.

Pero no sólo se percibe un símbolo de la nueva vida de su sobrino. El pintor también quiere plasmar una posible nueva vida para sí mismo y su futuro artístico, aunque como sabemos, el artista fallecería sólo tres meses después de acabar esta obra maestra.


mirar-se

30 Octubre 2019


“La vida es va enfonsant en la vulgaritat
i en la mera il·lusió. En la vulgaritat
per haver-la arriscat poc a l’inici.
En la mera il·lusió per arriscar-la
desesperadament quan arriba el final”

(Joan Margarit, fragment del poema “Mare i fill”)

Cuando me miras
sé que ves
la mirada del fracaso
el estruendo callado de las batallas perdidas
la tristeza de quien lo tuvo todo y no conserva nada.

Puedes mirar hacia otro lado.

Pero no olvides
que
con el tiempo
todas las miradas en los otros
son sólo una visión en el espejo.

Confundirlo con un cristal es un error.

Autor: Javier Solé

Del libro de poemas “El exilio interior” (ISBN 978-84-1304-853-6)


somos pocos

29 Octubre 2019


Somos pocos.
Dos, cinco, treinta.
Tal vez mil.
Caminamos
entre heridas y palabras
y ordenamos las ideas
ocultas en el hueco
del hambre y la sequía.
Somos pocos.
Caminamos
hacia el gesto que secuestra la ventisca.
Esquivamos cristales escondidos
por el humo y por las piedras
Bebemos gotas de lluvia tardías
mientras el abismo se asombra.
Y los pocos que somos
caminamos
sobre la angustia de la hierba
que hostiga la huella.
Y el dibujo esboza un sendero.
Y ahora somos más.

Autor: Gabriel A. Jacovkis

Fuente original:

https://paramiuncortado.wordpress.com/2018/12/17/somos-pocos/


primera conjugación

28 Octubre 2019


Encontrar las palabras
elementales. Aprender
cómo decir perdón en el idioma del que irrumpe,
y buenos días, y toma,
y he venido a conocerte, aprender
cómo decir gracias en el idioma
de quienes también rasgan
y también
se desgarran,
cómo decir
café, cariño, patria,
shalom, salam aalaikum, aprender
cómo se dice pasa, entra, ésta es mi casa
en un país al sur del que apenas
quedan ruinas, aprender
obrigada, spasiba, aprender
qué colores no existen en las lenguas de África.
Y cómo responder que sí en Pekín.
Llegar a las ciudades y descubrir
los entresijos del mercado,
entender,
aprender
cuál es en cada tierra
la etimología de alma, y de qué modo
saludaban al miedo mis bisabuelos.
Encontrar las palabras elementales.
Y luego hablar.

Autor: Laura Casielles

Fotografía de Patty Maher


patio de una casa de Delft (Pieter de Hooch, 1658)

27 Octubre 2019


Patio de una casa de Delft (1658) muestra el interior de una casa de la ciudad de Delft y cómo éste conecta a la calle principal. Por la misma época, Vermeer había pintado un lienzo que mostraba la posición contraria: desde la calle principal se apreciaba un pequeño callejón que desembocaría en uno de estos patios.

A diferencia de su compatriota Vermeer, más intimista en la descripción de la vida burguesa de sus días, Hooch centró su obra pictórica en una temática basada en la vida tranquila de sus contemporáneos en paseos, calles y patio en los que, con un detallismo preciosista, representa las particularidades arquitectónicas, los elementos cotidianos y hasta las acciones de los personajes.

El artista ha representado tres personajes en la composición, pero parece que su presencia en la obra es meramente anecdótica. En el patio aparece una mujer que habla tranquilamente con una niña mientras las dos acceden al patio por unas escaleras. Dentro del callejón que da acceso a la calle principal, otra mujer mira absorta hacia el exterior.

Quizás lo más llamativo de la composición sea el hecho de la estructuración de los espacios; el artista nos plantea tres espacios distintos: uno el patio de la casa con iluminación natural y que queda en primer plano, un espacio intermedio que está en penumbra y hace las veces de pasillo o corredor con una estructura de ladrillo y piedra y por último, la zona de la calle a la que se asoma la mujer que nos da la espalda, donde de nuevo podemos apreciar una gran iluminación.

El rasgo más llamativo de este lienzo es el contraste que hay entre la parte izquierda y la derecha. El lado de la derecha está impoluto, con el suelo del callejón resplandeciente, la contraventana perfectamente pintada y los ladrillos impecables. El muro de la izquierda está torcido y deteriorado, la contraventana sin pintar, el emparrado en precario equilibrio y el arriate muy necesitado de unas buenas sesiones de jardinería. No se han molestado en guardar el cubo y la escoba, que han dejado tirada con descuido en medio del patio. Para los pintores holandeses de esta época, el orden y la limpieza simbolizaban las mejores virtudes del ser humano, la decencia, el trabajo duro y la honradez. Si la intención de Pieter de Hooch era darle un contenido moral a esta obra, es evidente que el patio está a mitad de camino entre lo bueno y lo malo. Es tan imperfecto como la mayoría de nosotros, equilibrio de virtudes y vicios.


epílogo

26 Octubre 2019


Me arrepiento de tanta inútil queja, de tanta
lamentación improcedente.
Son las reglas del juego inapelables
y justifican toda, cualquier pérdida.
Ahora
sólo lo inesperado o lo imposible
podría hacerme llorar:
una resurrección, ninguna muerte.

Autor: Ángel González

Ilustración: Antonio Fabres, “L’avi” (1910)


herida

25 Octubre 2019

Algunas veces,
tu madre y yo,
esbozamos
una tregua en la batalla.

Puede sea por un gesto
de tu hermana
que nos recuerda otro
que tú repetías con frecuencia,
o acontece
en un rincón de la ciudad
al regresar de súbito
episodios del pasado
-del pasado contigo-,

o,
sencillamente,

descubrimos
en la mirada perdida
de uno de nosotros
que la tristeza no se ha marchado,
ni siquiera tiene preparado el equipaje.

Autor: Javier Solé

Ilustración: kelly vivanco, “time to go”

Del libro de poemas “Las hilanderas” (ISBN 978-84-9160-877-6)


instrucciones para olvidar

24 Octubre 2019


Buscar las huellas fugaces del silencio
y apresar la resonancia
que sigue excavando sus orillas.

Remontar el surco
de esa huida
que ensordece el aire
y naufraga
sobre las olas deslumbradas
del deseo.

Buscar los rastros invisibles,
escombros de una luz quebrada
por la interrogación del viento.

Y apagar el crepúsculo
con la última gota
del recuerdo.

Autor: Inés Ramón

Ilustración: Aron Wiesenfeld, “The Falls” (2005)


naranjas cada vez que te levantas

23 Octubre 2019


Debería exprimir naranjas cada vez que te levantas.
Debería gritar tu nombre a cada paso,
amarrarme a tu espalda cuando inicias el vuelo,
ceñir mis pestañeos al temblor de tus párpados;
debería vivir con tus uñas colgando de mis dedos,
con tus ojos guardados cada uno en un bolsillo,
con tu lengua en mi boca, tus pies en mis zapatos,
tu corazón temblando en mitad de mi pecho.
Debería amoldar a tus sueños mi almohada,
celebrar tus descensos como si fueran fiestas,
trazar con una luz en la pared las letras de tu nombre.
Debería dar gracias a dios por cada leve
acuerdo de tu tacto; debería
desgarrar el pan duro, amasar tus dilemas,
resolver ser feliz cada vez que regresas a la casa.
Con sólo verte cerca, debería abdicar de la tristeza.

Y, en vez de eso, me da, como bien sabes,
por corregirte el vuelo o romperte las alas.

Debería dejar que me dejaras solo y que volaras
con alguien que exprimiera, a los pies de tu cama,
naranjas cada vez que te levantas.

Autor: Julio Rodríguez

Ilustración: Cezanne, “Naturaleza muerta con manzanas y naranjas” (1899)


el caminante

22 Octubre 2019


pongo los pensamientos en los pies

uno
detrás
de
otro

los pongo ahí para que no se agolpen
para que ardan con intensidad de exilio
y tartamudeen uno a uno su existencia
dejando atrás las torres de la muerte

Autor: Nuria Ruiz de Viñaspre

Fotografía: Gabriel Isak, “Lost in the Fog”