Las grandes bañistas (Cézanne, 1906)

31 Juliol 2014

Cezanne - las grandes bañistas (1906)
El cuadro más grande de Cézanne está inacabado. Trabajó durante siete años en él y es la más lograda de las tres versiones del tema de las bañistas que el pintor aborda de manera casi obsesiva desde 1870 hasta su fallecimiento en 1906.

El cuadro se compone en torno a dos grupos de figuras de bañistas, entre las que hay una mancha blanca que podría ser un perro. Están a la orilla de un río, en el que puede verse a una figura nadando. Más allá, en línea con el perro y la nadadora, dos figuras en la otra orilla; y, detrás de ellos, un castillo.

Hay dos grupos de árboles inclinados que forman una especie de bóveda por encina de las bañistas, y que se abren a la lejanía, a una profundidad central. “Las grandes bañistas” es una obra construida íntegramente sobre el módulo geométrico del triángulo. Tanto la composición del cuadro como cada una de las figuras pueden ser reducidas a un triángulo. Las figuras se encuentran compuestas a base de contrastes entre colores cálidos y fríos.

Un gran triángulo isósceles, en efecto, resulta de la combinación de los árboles con el plano horizontal del suelo; pero si se hace coincidir la base de la figura geométrica con los pies y los glúteos de las bañistas del primer plano, podemos construir también dos triángulos laterales, que engloban a ambos grupos de bañistas, y cuyo vértice superior se encuentra en las cabezas de las bañistas que están de pie. Estos dos triángulos están inscritos en dos triángulos mayores que tienen como vértice los dos árboles cuyas ramas se recortan a mitad del cielo formando una bóveda protectora sobre el grupo de bañista . Incluso el pequeño campanario del fondo tiene la misma forma triangular.

La atmósfera se tiñe de un azul transparente. El efecto del color azul se refuerza con el complementario naranja que fue el segundo acorde cromático.  Ambos colores actúan y se estimulan recíprocamente.

Los ricos azules que dominan las armonías cromáticas de esta pintura evocan el color presente en la atmósfera mediterránea sin describir concretamente ningún paisaje. Las figuras se encuentran compuestas a base de contrastes entre colores cálidos y fríos: azules en las formas que se alejan y pierden de vista, y rosas, naranjas y amarillos en las que se aproximan al espectador. A Cézanne le importa sobre todo el conjunto pictórico, la armonía de forma y color.

Los colores e intensidades son sobrios; el ocre, malva y verde o azul verdoso predominan la composición y dan sensación de frío.

El tema de las bañistas, bien en grupo bien bajo la modalidad de desnudo individual son fundamentales en la historia del arte. Cézanne pintó reiteradamente bañistas pero sus últimas versiones anticipan de manera evidente el cubismo. 

En todas las versiones de Bañistas las mujeres son seres anónimos, sin expresión. Las tres composiciones se caracterizan por la tosquedad de las figuras, por su sorprendente asexualidad, No son criaturas gráciles que pululan sensuales por la orilla del río sino figuras femeninas rudas, rígidas, de formas pesadas, sin rastro de erotismo.

Cezanne - nudes in lands (1905)Cezanne - las grandes bañistas (1900) (01)Las mujeres se muestran desnudas ante un fondo de paisaje en el que no hay nada definido y en el que abundan las tonalidades malvas. Estas figuras son macizas, casi escultóricas, en parte debido al empleo de una línea oscura que delimita sus contornos. Los rostros han desaparecido y se sustituyen por máscaras, como también haría Picasso. El color es aplicado con violencia, mediante largas pinceladas con espátula. Las tonalidades claras y alegres de sus primeros años dan paso a tonos oscuros.

Probablemente esta enfermiza obsesión de Paul Cézanne al final de su dilatada carrera profesional por captar figuras humanas moviéndose libremente por el paisaje sea el feliz recuerdo de tiempos pasados, evocando las tardes en las que paseaba junto a sus amigos a orillas del río.


Para conocer un poco más al autor…

30 Juliol 2014

2014 (07) javier por silvia cuevas-morales

Es muy probable que lo mejor para conocerme sea seguir las entradas tanto de este blog como las de

http://fragmentsdevida.wordpress.com/

donde creo que pueden rastrearse mis inquietudes e intereses… pero si alguien desea añadir algo de cotilleo o estar informado sobre las vicisitudes de mi paupérrima vida literaria aquí dejo los siguientes enlaces:

1. La relación de mis publicaciones. Cada una de ellas dispone de una página en faceboox donde hay información más amplia, pero una visión global:  https://blocdejavier.wordpress.com/publicaciones/

2. La ficha biográfica en el anuario de escritores de L’Hospitalet de LLobreghat que edita la Biblioteca Tecla Sala:  https://sites.google.com/site/autorslh/index-d-autors/francisco-javier-sole-ribas

3. El blog de la Editorial Círculo Rojo donde se incorporan algunas noticias vinculadas a los avatares de las publicaciones y que ha sido recientemente activado:  http://editorialcirculorojo.com/autores/2752/

2014 (07) L'Oncle Jack

Hace unos días ofrecimos un recital poético con algunos de los versos de “El cementerio que habitan los vivos”. En la actualidad se baraja la idea de encontrar un local donde programar de manera continuada recitales poéticos de autores contemporáneos combinando imágenes, música y palabras. Hay también otros proyectos que se irán concretando las próximas semanas. Y dos nuevos libros antes de final de año.


parece sencillo

30 Juliol 2014

Gary Bunt - 12
Cerrar los ojos,
prestar atención a las olas
cuando rompen en las rocas.
Sentir el viento y el sol.

Parece sencillo.
No lo es.

Reconocer que sigues vivo.

Autor: Pablo Casares

Ilustración de Gary Bunt


Postal cariñosa

29 Juliol 2014

Aldo Balding - 09
Me asomo a la baranda
y desde allí
con un sol tan benévolo que parece una tregua,
veo cómo pasean los hombres y mujeres,
veo cómo se besan,
se cogen de la mano
y juegan con sus hijos en la arena,
les enseñan los colores del mar,
el olor que remolcan las olas
y, por un instante,
todo parece tan sencillo…
Como si vivir tan sólo consistiese
en amar y enseñarnos
lo hermoso que puede ser el mundo.

Autor: Inma Luna

Ilustración de Aldo Balding


sin objetivo

28 Juliol 2014

Otto Dix - muchacha ante el espejo (1921)
una fotografía
en blanco y negro.
una mujer
de principios
de siglo
desnuda
en un estudio
de parís.
no debo olvidarla nunca.
con el tiempo,
yo también puedo
llegar a ser eso:
una fotografía
en blanco y negro.
y tendré suerte,
muchísima suerte,
si alguien,
algún día,
en alguna parte,

me
mira.

Autor: David González

Ilustración: Otto Dix, “muchacha ante el espejo” (1921)

En el espejo es donde se descubre el estado real del cuerpo de esta mujer, que desde atrás podría ser una muchacha pero en verdad es una vieja furcia que se vende como mujer joven, obligada por la necesidad de sobrevivir. Su cuerpo, de senos marchitos, está adornado como en los tiempos juveniles. Tiene puesto un corsé de puntillas, con el escote descubierto, mostrando abiertamente en el reflejo del espejo sus pechos caídos. La visión erótica que promete la vista de la mujer de espaldas queda frustrada por la imagen de frente que devuelve el espejo, escarnio de la realidad presente, que remite a otro pasado más florido.


¿estos muertos no murieron antes?

27 Juliol 2014

800px-Stroop_Report_-_Warsaw_Ghetto_Uprising_06b
“Un niño al pie de un hormiguero matando hormigas no demuestra nada, salvo que ha aprendido bien la lección”

(Miguel Cabrera Pérez)

“Uno de los crímenes del Tzahal que debería perdurar en la memoria colectiva es el asesinato de un joven palestino desarmado, que fue abatido y rematado ante las cámaras por francotiradores israelíes, mientras buscaba a sus familiares entre los escombros. ¿No es una triste repetición de los disparos del Hauptsturmführer SS Amon Göth desde el balcón de su residencia en el campo de concentración de Plaszow en la Polonia ocupada por la Alemania nazi?

(Rafael Narbona)

“¿Cómo es posible que un pueblo que ha sufrido tantas persecuciones a lo largo de la historia hasta llegar al holocausto carezca de sensibilidad para entender que moralmente no puede acabar con su diáspora a costa del derecho de otro pueblo? ¿Puede servir el estatuto de víctima para legitimar el de verdugo?

(Santiago Auserón)

Un soldado del ejército de Israel
asesina a niños palestinos
mientras el cadáver del guardián
del campo de exterminio sonríe
al saber que a los que él no ejecutó
les inoculo su mismo veneno,
que los padres de este miliciano de Tzahal
liberados del infortunio y la barbarie,
perpetuaron en su vástago
la pócima fratricida
que alimenta la historia de los pueblos.

Es el odio y la vileza
patrimonio de unos pocos
ante la indiferencia de muchos
la orgía de sangre
que se ejecuta
en una exquisita partitura
ante un público que asiste
ciego sordo mudo
a un concierto con todas las entradas
numeradas vendidas de antemano.

Autor: Javier Solé

Del libro de poemas “La casa del silencio” (ISBN 978-84-9095-522-2)

La imagen del niño del gueto de Varsovia, apuntado con un fusil, las manos en alto y la cara aterrorizada, retrata no sólo un momento ordinario del Holocausto; retrata la extraordinaria crueldad nazi aunque no se vea ni una gota de sangre. La imagen vale más que mil palabras; vale años de investigación sobre la maquinaria asesina del Tercer Reich y sobre la angustia de los protagonistas de la foto..

En otras palabras, ¿qué ha sido de ese niño? ¿Sobrevivió? ¿Qué pasa con las dos presas judías en primer plano y los tres soldados alemanes a su alrededor?

Preguntas que se hizo Dan Porat, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén y especialista en la Shoa. La imagen del niño se convirtió en su obsesión. En una visita en el 2004 al Yad Vashem de Jerusalén, donde se honra y homenajea a las víctimas del Holocausto, Porat escuchó a un guía explicar que “el niño sobrevivió, estudió Medicina, se convirtió en doctor en Nueva York; hace un año emigró a Israel”.

El profesor escuchó sobrecogido. Deseaba creer ese relato para dar un nombre y apellidos a la estampa. Una historia a la cara del niño. Una biografía a la que apoyarse. Quizá, también, como lección de supervivencia al horror. Pero necesitaba algo más que palabras para calmar su curiosidad académica y personal.

En verdad, no pudo en sus investigaciones confirmar con certeza la identidad del niño asustado.

Más fácil parece reconocer la identidad del militar nazi que apunta al niño con su arma. Se trata de Josef Blosche, apodado en el gueto judío como ‘Frankenstein‘ por su extraña y cruel afición de disparar a niños y mujeres judías embarazadas.

La imagen fue tomada, seguramente, por Franz Konrad, un oficial nazi nacido en Austria y apodado ‘el Rey del Gueto’, con todo el significado negativo que uno puede imaginar. Como muchas de sus fotos, quedó registrada en el llamado ‘Informe Stroop’ en honor a su autor, el oficial Juergen Stroop. Encargado de aplastar el gueto en la primavera del 43, Stroop ordenó incendiarlo después. Hecho el trabajo, el oficial escribió unas palabras famosas e infames: “El barrio judío de Varsovia ya no existe”.

En la búsqueda del niño judío, Porat se encontró con las tres figuras del lado oscuro: El fotógrafo, el oficial y el soldado. Los tres fueron llevados posteriormente a un tribunal y ejecutados por sus crímenes.

Unos crímenes documentados en millones de papeles, datos, diarios, cartas, testimonios, libros, vestimentas, restos de zapatos, películas y fotos. Aunque pocos objetos tienen la fuerza que irradia la impotencia del niño del gueto de Varsovia. Una imagen vale seis millones de víctimas.


dime

26 Juliol 2014

igor burba 10
Dime
que no estás sordo
a los pájaros
que cantan como locos
a tres días de tu muerte
que aún no has podido
comunicarte conmigo
pero que lo harás
cuando te sea posible.

Autor: Cecilia Casanova

Fotografía de Igor Burba


Mientras llueve de abajo para arriba

24 Juliol 2014

Vilhelm Hammershoi - 01
Sin padre
ni madre
ni perro que te ladre
arrancas las hojas del calendario
mientras llueve de abajo para arriba
y en tu cuarto se acentúa ese aire de estación
de paradero
con los muros tapados de postales
y de niños que crecen por fotografías
Entristece pensar que así como se han ido estos años
puedan irse otros todavía
haciéndosenos tarde para todo
menos para comprobar
lo que tú y yo hemos sufrido.

Autor: Cecilia Casanova

Ilustración de Vilhelm Hammershoi


histeria

23 Juliol 2014

mujer desnuda
Mi vientre es un camposanto de fetos muertos
armados de colmillos.
Cada paso es un reto de cúmulos
que ascienden.

Aguijones de acero,
ha vuelto la primavera
con los insectos afilados
y su hambre acumulada
se sacia en mi vientre.

Mi vientre es un canal
donde se alojan los muertos.
Cada verso se ahoga en sangre corrupta
por el óxido de los animales y bestias
que me habitan.

Duermo entre cadáveres de un camposanto
sin nombres.
Sólo sus voces en ecos
y mi vientre clavado a un lienzo imposible.

Autor: Diana Alvarez


El doctor (S. Luke Fildes, 1891)

22 Juliol 2014

Luke Fildes - The Doctor (1891)

“No necesito un hijo que me quiera,
ni que sea feliz, ni hermoso,
ni que triunfe y me sonría,
ni un hijo que me cuide,
me proteja, me tutele.
Necesito, simplemente,
un hijo que me sobreviva
y al que poder amar hasta el final.
Si me faltara,
¿qué haría yo con tanto amor
como me crece para él
cada mañana?”

(Begoña Abad)

Samuel Luke Fildes (1843-1927) fue un pintor e ilustrador inglés nacido en Liverpool. A la edad de 17 años se interesó por la pintura y el dibujo como medios para impresionar y sensibilizar al público acerca de la pobreza e injusticia en la época victoriana y provocar algunas reacciones sociales y caritativas que aliviaran esos problemas.

En la navidad de 1877, Philip, su hijo mayor, murió al año de vida a causa de una tuberculosis, pese a los esmerados cuidados del Dr. Murray, médico de la familia. Fildes impresionado y agradecido del compromiso de este médico por intentar salvar a su hijo, le hizo un homenaje al pintar este cuadro cuando años más tarde.

“El Doctor” es el recuerdo de esta experiencia trasladada al lienzo y adaptada al contexto social requerido. La escena presenta una estancia pequeña, la única dependencia de la vivienda, con la sala transformada momentáneamente buscando un espacio para acomodar a una niña enferma a la que se ha instalado en un improvisado lecho.

La escasa luz natural que entra en la habitación, lo hace por un ventanuco en el ángulo superior derecho y nos permite vislumbrar esa estancia y los enseres con los que cuenta. La altura es poca, a ello contribuyen las vigas de madera descubiertas, de las que cuelgan varios objetos; las paredes están desnudas, tan sólo un grabado enmarcado viste la pared del fondo; los restos de humedad, en el marco de la ventana, son evidentes; la ropa tendida de un lado a otro; los haces de leña apilados debajo de la mesa; el pavimento no tiene más cobertura que una pequeña estera que no alcanza a todo el suelo, que está sin barrer.

El mobiliario pobre y de distinta procedencia, hay varias sillas y ninguna es igual; el artesanal banco de madera, junto a la cabeza de la paciente, sirve de apoyo a la jofaina de barro, la jarra de loza y el paño que en cualquier momento pueden ser requeridos para aliviar a la enferma. Es como si todo lo disponible en la vivienda se hubiera puesto al servicio de ese ser indefenso y las tareas cotidianas se hubieran interrumpido ante la enfermedad.

La sensación de poco espacio se acentúa al ocupar las dos sillas, sobre las que reposa el cuerpo de la niña y que hacen de lecho, el centro de la composición. La débil luz natural ha obligado al médico a reorientar la pantalla del quinqué para poder apreciar el más leve indicio de cambio en el rostro exangüe de la enfermita, que parece hundirse en el gran almohadón. Su brazo izquierdo cae inerte, mientras el otro está doblado sobre los paños que la cubren. Este primer plano se completa con la figura del médico, que sentado y representado en tres cuartos mira expectante a la niña. Una diagonal une la mirada del pensativo galeno con el rostro de la criatura.

La gama cálida tanto de las telas que tapan a la niña como de la levita del doctor nos aproximan la escena. En un segundo plano, los padres de la enferma. Los rasgos de él, están esbozados, es una persona anónima ante un dolor universal; su mirada está pendiente del doctor, depositario de la ciencia y portador de la esperanza. La madre, sin embargo, parece abatida, oculta el rostro, mientras junta sus manos en actitud implorante, y el cabeza de familia trata de consolarla apoyándole su mano en el hombro. Los dos planos, a pesar de la separación marcada por los respaldos de las sillas, están relacionados por la serie de diagonales que se establecen entre los protagonistas de la escena: la mirada del padre hacia el doctor y la de éste hacia el rostro de la niña.

“en la ventana de la habitación el amanecer está llegando -el amanecer es el tiempo crítico de toda enfermedad mortal- y con él los padres recobran esperanzas en sus corazones, la madre ocultando su rostro para no mostrar su emoción, y el padre apoyando su mano en el hombro de su esposa como para dar confianza en los primeros atisbos de la alegría por la esperada recuperación de su hija”.

(Luke Fildes)

El cuadro refleja maravillosamente el humanismo ideal de la relación medico paciente: la preocupación, la atención y al mismo tiempo el cariño que expresan los personajes y que trasciende a la pintura.

Es muy probable que Picasso se inspirará en esta obra para su composición “Ciencia y caridad” (1897).