El cuadro más grande de Cézanne está inacabado. Trabajó durante siete años en él y es la más lograda de las tres versiones del tema de las bañistas que el pintor aborda de manera casi obsesiva desde 1870 hasta su fallecimiento en 1906.
El cuadro se compone en torno a dos grupos de figuras de bañistas, entre las que hay una mancha blanca que podría ser un perro. Están a la orilla de un río, en el que puede verse a una figura nadando. Más allá, en línea con el perro y la nadadora, dos figuras en la otra orilla; y, detrás de ellos, un castillo.
Hay dos grupos de árboles inclinados que forman una especie de bóveda por encina de las bañistas, y que se abren a la lejanía, a una profundidad central. “Las grandes bañistas” es una obra construida íntegramente sobre el módulo geométrico del triángulo. Tanto la composición del cuadro como cada una de las figuras pueden ser reducidas a un triángulo. Las figuras se encuentran compuestas a base de contrastes entre colores cálidos y fríos.
Un gran triángulo isósceles, en efecto, resulta de la combinación de los árboles con el plano horizontal del suelo; pero si se hace coincidir la base de la figura geométrica con los pies y los glúteos de las bañistas del primer plano, podemos construir también dos triángulos laterales, que engloban a ambos grupos de bañistas, y cuyo vértice superior se encuentra en las cabezas de las bañistas que están de pie. Estos dos triángulos están inscritos en dos triángulos mayores que tienen como vértice los dos árboles cuyas ramas se recortan a mitad del cielo formando una bóveda protectora sobre el grupo de bañista . Incluso el pequeño campanario del fondo tiene la misma forma triangular.
La atmósfera se tiñe de un azul transparente. El efecto del color azul se refuerza con el complementario naranja que fue el segundo acorde cromático. Ambos colores actúan y se estimulan recíprocamente.
Los ricos azules que dominan las armonías cromáticas de esta pintura evocan el color presente en la atmósfera mediterránea sin describir concretamente ningún paisaje. Las figuras se encuentran compuestas a base de contrastes entre colores cálidos y fríos: azules en las formas que se alejan y pierden de vista, y rosas, naranjas y amarillos en las que se aproximan al espectador. A Cézanne le importa sobre todo el conjunto pictórico, la armonía de forma y color.
Los colores e intensidades son sobrios; el ocre, malva y verde o azul verdoso predominan la composición y dan sensación de frío.
El tema de las bañistas, bien en grupo bien bajo la modalidad de desnudo individual son fundamentales en la historia del arte. Cézanne pintó reiteradamente bañistas pero sus últimas versiones anticipan de manera evidente el cubismo.
En todas las versiones de Bañistas las mujeres son seres anónimos, sin expresión. Las tres composiciones se caracterizan por la tosquedad de las figuras, por su sorprendente asexualidad, No son criaturas gráciles que pululan sensuales por la orilla del río sino figuras femeninas rudas, rígidas, de formas pesadas, sin rastro de erotismo.
Las mujeres se muestran desnudas ante un fondo de paisaje en el que no hay nada definido y en el que abundan las tonalidades malvas. Estas figuras son macizas, casi escultóricas, en parte debido al empleo de una línea oscura que delimita sus contornos. Los rostros han desaparecido y se sustituyen por máscaras, como también haría Picasso. El color es aplicado con violencia, mediante largas pinceladas con espátula. Las tonalidades claras y alegres de sus primeros años dan paso a tonos oscuros.
Probablemente esta enfermiza obsesión de Paul Cézanne al final de su dilatada carrera profesional por captar figuras humanas moviéndose libremente por el paisaje sea el feliz recuerdo de tiempos pasados, evocando las tardes en las que paseaba junto a sus amigos a orillas del río.
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