Nada más concluir con cansancio una larga noche de baile, agotada pero aún con fuerzas para mantener un precioso rostro expresivo, una joven se deja caer despreocupada sobre el sofá. No cierra los ojos. Sigue pensando, distraída, quizá en el contenido de un cuaderno que sostiene lánguidamente con su mano derecha apoyada en enormes cojines.
Su título original es “Joven Decadente” también es conocido como “Después del baile” y en algunas fuentes aparece como “Joven decadente después del Baile”.
La imagen es en realidad una batalla incruenta entre dos colores. El negro del vestido largo produce la doble impresión de una tela almidonada, pero la caída del chal de la bella mujer es casi la propia de una transparente seda al viento. Es casi un tratado pictórico sobre el uso del brillo y del mate, recursos lumínicos idóneos para la pintura de atuendos. Y el verde del sofá aterciopelado. La conjunción del negro apagado y elegante con el verde luminoso y vibrante queda contrastada levemente por el amarillo del cuaderno que sostiene la joven en la mano.
El concepto de mundano queda expuesto tanto en el retrato psicológico de la mujer como los detalles; los zapatos con hebilla plateada aún sin quitar. Está joven descansa sin desvestirse, simplemente se deja caer en el sofá.
En este cuadro, es interesante de observar la postura y la actitud de su protagonista para meditar sobre lo que el artista ha querido expresar y transmitirnos. Aquí Ramón Casas nos da un testimonio de la evolución de la mujer en la sociedad. Porque lo que sobre todo cambia en esta época es que una joven puede salir en el mundo y la joven del cuadro aparece muy moderna, libre. Además, no parece preocuparse de las convenciones (si miramos su postura) y lee un libro mientras que entonces, la lectura estaba considerada casi como una afición peligrosa que podía influir en las mujeres y darles malas ideas. Para realizar su obra, sabemos que Ramón Casas tomó como modelo a Madeleine Boisguillaume, una joven francesa, y es probable que se inspiró de la libertad de las señoritas en París. Así que es una pintura bastante audaz y no es para nada que siempre está considerada como una de las más representativas del talento de Casas al retratar lo mundano.
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