“El Ángelus’ de Millet se convierte “de súbito” para mí en la obra pictórica más turbadora, la más enigmática, la más densa, la más rica en pensamientos inconscientes que jamás ha existido”
(Salvador Dalí)
“Durante una breve fantasía a la que me había abandonado en una excursión al Cabo de Creus, cuyo paisaje mineral constituye un auténtico delirio geológico, imaginé, talladas en las rocas más altas las esculturas de los personajes de El Ángelus de Millet. Su situación espacial era la misma que en el cuadro, pero estaban totalmente cubiertos de fisuras. Muchos detalles de las dos figuras habían sido borrados por la erosión, lo cual contribuía a remontar su origen a una época muy remota, contemporánea al mismo origen de las rocas. Era la figura del hombre la más deformada por la acción mecánica del tiempo; sólo quedaba de él el bloque vago e informe de la silueta que se convertía por ello en terrible y particularmente angustiosa”
Normalmente puede ocurrir que a alguien le fascine una obra de arte y sienta una fascinación que le lleve a admirar dicha obra en profundidad.
El Angelus de Millet es un cuadro que obsesionó a Dalí desde que lo pudo contemplar en Paris.
Como se sabe, los padres de Dalí tuvieron un hijo primogénito de nombre Salvador que murió a los tres años de edad debido a una meningitis, al nacer el siguiente hijo, quisieron llamarle como al muerto y de él, el genio de Cadaqués tomó su nombre.
Según aparece reflejado en varias biografías del pintor, los padres le llevaron cuando solo tenía cinco años a visitar la tumba de su hermano fallecido. Allí, en un momento de la conversación, le dijeron que él era la reencarnación del niño fallecido, un hecho, cuando menos anecdótico que marcó para siempre la vida Salvador Dalí y por el que incluso llegó a sufrir fuertes crisis de personalidad.
Pero volvamos al El Ángelus de Millet.
La escena representa a dos pastores rezando en el campo, antes de que salga el sol y de empezar a trabajar, al lado de una pequeña carretilla. La obsesión de Dalí llegó a tal punto que llegó a pedir a los técnicos del Louvre que estudiaran la pintura, ya que estaba seguro de que el cuadro escondía algo porque la hora no correspondía a la hora en que se reza el ángelus.
Al hacer una radiografía del cuadro, advirtieron una mancha que parecía un pequeño ataúd. Ante ese descubrimiento las dos figuras adquirieron su significado real: no están rezando antes de empezar a trabajar, sino que son los padres que acaban de enterrar a un hijo. El tema cristiano representado y su regla ora et labora, es visto bajo los ojos de Dalí como una metáfora de todas las tensiones que se dan entre el hombre y la mujer sometidos a la tiranía del matrimonio. Dentro del imaginario dalniano, sensible y mordaz,esta bucólica escena se transforma en la lucha entre sexos, siendo la campesina una mantis religiosa a punto de saltar sobre el campesino, que es ya un cadáver. Retrata por tanto bajo la óptica de Dalí las pulsiones humanas más profundas e incontenibles.
Millet había decidido repintar el tema eliminando el ataúd de la escena transformando el momento en algo más acorde a la demanda de sus compradores burgueses.
Cuando Dalí confirmó la historia, su perturbación llegó al máximo y el tema fue motivo de diversas reinterpretaciones por parte del artista: pinturas, dibujos, bocetos y estudios en los que Salvador Dalí puso a prueba su método paranoico-crítico.
El cuadro le fascinaba y obsesionaba irracionalmente, lo veía en todas partes porque le recordaba la historia de su hermano muerto, lo veía en paisajes, en sus sueños emergía de su subconsciente, la escena aparecía una y otra vez latente y enigmática, hecho que él mismo calificó como «fenómeno delirante inicial».
Reminiscencia Arqueológica del Angelus de Millet es una de estas reinterpretaciones. Según el método paranoico-crítico de Dalí, a través del delirio o la paranoia es posible llegar al conocimiento de lo irracional y que éste llegue al mundo de la realidad. La asociación de formas y objetos harían su materialización por ejemplo en la pintura en la que ésta asume el papel deimágenes dobles tal y como sucede en el mundo del inconsciente.
Con Reminiscencia Arqueológica del Angelus de Millet, Dalí indaga, como en gran parte de su obra, sobre su propia experiencia personal, aunque el cuadro de Millet fue una obsesión para Dalí la mayor parte de su vida.
Hacia finales de la década de los veinte, tomando como punto de partida las teorías del psicoanalista francés Jacques Lacan, Salvador Dalí llega al descubrimiento del método paranoico-crítico, sistema de prospección al que el propio pintor definió como un «método espontáneo de conocimiento irracional basado en la objetivación crítica y sistemática de las asociaciones e interpretaciones delirantes». Una de las variantes iconográficas del repertorio paranoico-crítico del pintor ampurdanés son los denominados caprichos o temas elegidos al azar. Uno de ellos es el L’Angélus (El Ángelus) de Millet, cuadro ejemplificador de la moralidad cristiana del siglo XIX, y por el que Dalí sentía una profunda admiración. En su proceso de interpretación de este motivo, Dalí lo dotará de connotaciones eróticas más o menos explícitas, como ocurre también con la mayoría del resto de su producción. Todo ello puede apreciarse en la versión de este tema titulada Ángelus arquitectónico de Millet (1933).
Un elemento a destacar es la elección de las formas geológicas que el pintor escogió para sustituir a los personajes de El Ángelus de Millet. Como buen surrealista, Dalí apostaba por objetos que no encontramos en nuestro día a día pero que, sin embargo aparecen en nuestros sueños. Son objetos que proyectan una apariencia de imaginación desbordada. Los campesinos ya no son campesinos; son unas masas amorfas de mineral de un resplandeciente color blanco que nos puede recordar al mármol. Se trata de dos grandes rocas que encontró en la playa de Cadaqués, un paisaje mineral latente en todos los horizontes desérticos de sus cuadros.
Estas dos enormes figuras que emergen en una tierra árida y crepuscular se llevan todo el protagonismo en la composición de la obra. La figura de la derecha, dominante y poderosa podría ser la madre, que mira expectante al que podría ser el hijo; una forma de apariencia blanda que ha de sostenerse sobre una muleta y de la que emerge una “larga protuberancia que indica un acto caníbal o sexual. Según Dalí, debía a su madre el terror al acto sexual, a causa de un “falso recuerdo” en el que ella le chupaba y luego le devoraba el pene”
La escena está bañada de una gran quietud, reforzada por los colores planos y sobrios que la obra posee. Parece una escena apocalíptica en la que el pintor plasma su ansiedad y su incomprensión ante la Creación, y lo hace a través de una visión surrealista, simbólica y mística que tanto le caracteriza.
“Atavismo crepuscular” (Dalí, 1934). Es opinión de algunos estudiosos del psicoanálisis que ‘El Ángelus’ de Millet para Dalí está relacionado con el mito de los padres que devoran a sus propios hijos. La investigación con rayos X que permite descubrir que la plegaria en el campo encubre, en realidad, el enterramiento de un recién nacido establece una típica conexión freudiana y es una muestra del método paranoide-crítico aplicado por el pintor ampurdanés. Dalí tuvo un hermano que murió poco antes de cumplir los dos años y antes de nacer él. Se llamó Salvador, y según el pintor, esto le creó una gran angustia. En el libro “Confesiones inconfesables” acusó a sus padres de cometer un “crimen subconsciente” al, ponerle el mismo nombre que a su hermano muerto. Así, su lucha fue, desde pequeño, reconquistar sus derechos y su identificación con el hermano muerto lo aproximó a lo putrefacto y a su obsesión por los gusanos.
En este cuadro, El Ángelus de Gala (1935), la figura de Gala representada en dos posiciones distintas y vestida con la chaqueta bordada que lleva en La esfinge de azúcar y otros cuadros está estrechamente asociada a la imagen del Ángelus de Millet, colgado en la pared detrás de ella, una pintura cuyos significados ocultos, que Dalí creía captar, son explicados con detalle en su texto El mito trágico del Ángelus de Millet. La mujer del cuadro de Millet, en actitud orante y sumisa, estaría incluso meditando el asesinato del hombre que está junto a ella. Mientras que la figura de espaldas está sentada sobre un sencillo cubo, la de frente tiene debajo de sí una carretilla como la que aparece en el cuadro del francés, que, aun siendo un utensilio rural corriente, ha sido elegido por Dalí como intenso símbolo sexual. Otro detalle de interés es que los campesinos del cuadro están asimismo sentados en la carretilla (estableciendo así un vínculo más entre ellos y Gala) y no, como en el original, en pie uno junto a otro con la carretilla detrás de la mujer y menos visible. Resulta inquietante que el artista haya asociado la imagen de su compañera a las de los personajes de Millet, en las cuales veía el paradigma del encuentro fatal entre la mantis religiosa y el macho, al que ella devora después del apareamiento: acaso una sombra del terror del pintor al eterno femenino y a su fascinación potencialmente castradora.
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