triste atardecer (Vela Zanetti, 1929)

El niño de mirada melancólica que posa para él en esta obra era un huérfano del Hospicio de León, al que recompensaba por hacer de modelo. Técnicamente, la figura está mejor resuelta que el fondo y se detecta ya cierta inclinación hacia una pintura social, de compromiso, característica de su primera etapa española. El retrato es minucioso, aunque la atmósfera es difusa y la perspectiva irreal. El joven pintor se centró en la mirada del niño, insistiendo en los harapos y la soledad. La paleta de ocres, tierras y tonos apagados es la que le acompañó en gran parte de su producción artística.

Retrato de campesino en primer plano y una porción de cielo como fondo. Mira al frente con decisión y dignidad, erguido y sereno. Su rostro aparece envejecido por el duro trabajo bajo el sol, cuyos efectos intenta paliar usando un sombrero de paja. Las tonalidades elegidas por el pintor alegran la composición.

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