“Los mismos perros que pelean por un hueso, cuando no lo tienen juegan juntos” (S. Butler)
Dos hombres que luchan a bastonazos. Enterrados hasta las rodillas, no pueden escapar; tampoco está muy claro si el que sobreviva de los dos podrá liberarse. Ningún espectador, ningún sentido: un enfrentamiento absurdo en un paisaje árido.
Duelo a garrotazos es la más popular de las Pinturas Negras realizadas por Goya para decorar las salas principales de la Quinta del Sordo, donde vivió, desde 1819 hasta 1824.
Esta pintura ha sido vista desde su creación como la lucha fratricida entre españoles; en época de Goya las posiciones enfrentadas eran las de liberales y absolutistas; el cuadro prefigura la lucha entre las Dos Españas que se prolonga en el siglo XIX entre progresistas y moderados, y en general en las posturas antagónicas que desembocaron en la Guerra Civil.
La composición está descentrada, pues los duelistas aparecen a la izquierda del cuadro, dejando un amplio paisaje de suaves lomas ocres y rojizas a la derecha. Este desequilibrio en la composición contraviene los cánones academicistas y neoclásicos.
Los duelos a muerte, a bastonazos, estaban permitidos en diversas zonas de la península pero nada parece justificar la violencia fracticida e inútil que ejercen el uno contra el otro.
A finales del 2010, sin embargo, la investigación realizada por Carlos Foradada, pintor y profesor de Historia del Arte, reveló que Goya pintó a los duelistas sobre un suelo de hierba, no enterrados en el barro. Los estudios radiográficos descubren que fue una deficiente técnica de arranque de los muros de la Quinta del Sordo la que originó grandes pérdidas de superficie pictórica y la eliminación de las piernas por debajo de las rodillas. Una posterior restauración crearía el lodo para disimular esta falta. El remedio, a mi entender, mejora la obra originaria.
En 1891 el pintor belga James Ensor retrata con crudeza una encarnizada lucha entre humanos que perdura más allá de la vida. En “Dos esqueletos disputándose un arenque” el carnaval siniestro de esqueletos da paso a una extravagante y agónica pelea en el más genuino esperpento.
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