Se conoce como período azul de Picasso al que transcurre entre 1901 y 1904: este nombre proviene del color que domina la gama cromática de las pinturas, y tiene su origen en el suicidio de su amigo Carlos Casagemas el 17 de febrero de 1901, que dejó a Picasso lleno de dolor y tristeza.
En la denominada época azul domina un sentimiento patético, expresado con una monocromía que posiblemente se inspiró en ideas debatidas en la tertulia modernista barcelonesa de “Els Quatre Gats”. Instalado en París, se inclinó decididamente por la monocromía azul para destacar la melodía de las líneas en un muestrario de personajes dolientes. El Picasso de veinte años parece conmovido por el sufrimiento y retrata un mundo de mendigos y ciegos de cuerpos escuálidos y cabezas vencidas.
En estos cuadros vemos cómo surge el mundo azul de la soledad silenciosa, de los parias de la sociedad: enfermos, inválidos, viejos, mendigos. Tanto por la realización como por la temática o el sentimiento del mundo, la época azul deriva directamente de la tradición hispánica. También la influencia del cine mudo fue decisiva; es el triunfo de la atmósfera ambiental sobre el antiguo claroscuro y sobre la policromía del impresionismo.
A menudo se relaciona esta predilección por las imágenes de miseria, del sufrimiento y de la desesperación trágica con las condiciones de la vida de París del artista y con la muerte de su amigo Casagemas, que se suicidó en 1901. No obstante, las fuentes de las que se alimenta la época azul son más amplias y profundas. Hay que buscarlas en el clima social del momento, en la atmósfera de la vida social de Barcelona y en la visión del mundo del mismo Picasso. Recordemos que en aquellos momentos Barcelona era uno de los santuarios del pensamiento anarquista revolucionario, donde se reflejaba la brutalidad de los contrastes sociales y de la miseria de la Iberia de aquel entonces. Este clima intelectual impregnaba la vida barcelonesa con las discusiones en los clubs, las reuniones y los mítines. En este ambiente, en el que aquello que se apreciaba más era la libertad y la independencia, y en el que la compasión por los humildes se imponía como norma moral suprema, se forjaron las actitudes vitales y las reacciones morales del joven Picasso.
París no sólo proporcionó al pintor un conjunto de impresiones artísticas nuevas; además le reveló la cínica inmoralidad de la sociedad, el egoísmo de los poderosos y la vida triste de los barrios miserables. Visita hospitales, manicomios, hospicios, y en ellos encuentra a los héroes de sus cuadros: pobres, inválidos, desheredados, parias de la sociedad en sus lechos sarnosos. Pero no sólo es la compasión sentimental por ellos lo que el artista expresa en sus cuadros; el mundo azul del silencio por el que se mueven los personajes es más que un símbolo del sufrimiento, también es un mundo de soledad orgullosa, de pureza moral. En ella se contraponen dos grandes temas conocidos. El de la pareja desnuda, de pie y enlazada, y el de la majestuosa maternidad pobre, cubierta con un manto y los pies desnudos. La pareja evoca los rasgos de Carles Casagemas y su amante Germaine. Dos personalidades tiernas y delicadas. Una relación que fue capaz de crear, en el hombre, un enamorado que le llevó al intento de asesinato y al suicidio. La maternidad es ya un icono sistematizado por Picasso, con su perfil severo y estatuario, modelado por la pobreza, que aquí aparece como especie de retrato del dolor frente a la felicidad.
En “La Vida” resume la mayor parte de los temas y la atmósfera de la época azul: el pesimismo nihilista desarrollado en su época de formación en Barcelona, recrudecido bajo las dificultades materiales que sufre en la época. «Creo que el Arte es hijo de la Tristeza y del Dolor», declara a su amigos.
You must be logged in to post a comment.