Que cuando entres en tu casa, desabrigado
y solo,
más triste que las ratas,
no te salte a la cara la alimaña
de la soledad.
Que te reciban cada día
los espejos, los libros, las paredes,
la escasa luz que a esa hora pueda entrar
por las ventanas, los cuadros del salón,
los ceniceros humeantes.
Gerry Mulligan,
la silla en que te sientas cada día
-y, por supuesto, claro las personas,
si no están de viaje, si te esperan-,
con los brazos abiertos y la risa en los labios.
Autor: Alfredo Buxan
Ilustración de Hamish Blakely
Mil gracias, de verdad, por prestar atención a mis poemas.
Buxán.
Ha sido un placer leerlos una y mil veces y buscarles una imagen cautivadora a la altura del poema. Vista la experiencia puedo confirmar habrá más veces…
Mi gratitud, entonces, crecerá a compás.