los segadores andaluces (Andre Masson, 1935)

23 Setembre 2020


En “Los Segadores Andaluces”, una pintura expresionista del año 1935, sentimos la opresión y el caos. Las figuras esqueléticas, máscaras de la humanidad, transmiten una angustia irrevocable acentuada por las líneas cortantes y la composición angulada.

Estas líneas ejercen la presión en el yo y la represión de nuestro ello en la obra, como una amenaza constante, como una declarada pérdida de la libertad consciente. La curva ya no prevalece, pero los colores mantienen su intensidad. Los colores gritan. Es una exclamación de dolor de la propia naturaleza

André Masson (1896 -1987) es uno de los más importantes y tal vez el menos conocido de los pintores surrealistas, pero también deberemos tener en cuenta, como habrá de ser explicado, la diversa gama de estilos que el pintor plasmó a lo largo de los años. Desde la perspectiva técnica y compositiva, pasó por el automatismo, el cubismo, el expresionismo y el informalismo.

Algunos de los temas más recurrentes en sus cuadros son la guerra y la naturaleza, especialmente bosques, naturalezas muertas y figuras agrupadas alrededor de una mesa.


Otra de sus influencias recae sobre los filósofos Heráclito y Friedrich Nietzsche además del pensamiento Zen.

Masson afirmaba que una noche que pasó en el raso en la montaña de Montserrat, tuvo una visión: el cielo se convertía en un abismo (él lo interpretó como una metáfora de la violencia en la naturaleza y en el ser humano). Él aseguraba que aquella noche le cambió la vida (incluso escribió un poema dedicado a su transformación en la montaña). Y a partir de aquí se interesaría especialmente por la naturaleza. Masson había llegado a Catalunya en 1934, y pasó dos años aquí, instalado en Tossa de Mar, donde también había una importante colonia de artistas extranjeros. Durante el tiempo que estuvo allí se interesó mucho por los campesinos catalanes. Pero no los idealizó nada: apreciaba el contacto con la naturaleza, pero a menudo dibujaba unos paisajes incendiarios y unos personajes cadavéricos. Pintó numerosos cuadros con temáticas relacionadas con el Quijote y con la tauromaquia (por ejemplo, “Los insectos matadores” (1936)(.


Durante su estancia en España, en los años 30, encontró en el Quijote violencia, muerte y locura, como atestigua su conocido cuadro Don Quichotte et le char de la mort.