en las dunas (Jozef Israëls, 1855)

En su obra Sobre las dunas vemos una representación familiar de una mujer sentada en las dunas mirando al mar. A la espalda lleva su cesta vacía que, una vez desembarcada la barca con su pesca, se llenará de pescado que deberá llevar de vuelta al pueblo. Su espera no será larga ya que en el horizonte divisamos el barco pesquero que regresa. El cielo está claro y el mar está en calma y para este día su amado regresará a casa sano y salvo.

En varias de sus pinturas le gustaba conectar a las esposas de los pescadores y el mar, el lugar de trabajo de sus maridos y padres. En la mayoría, se trataba de la esposa, preocupada por la seguridad de su esposo y la perspectiva de que él no regresara a casa sano y salvo. Una pintura de Jozef Israels con un talante más ligero fue su obra titulada Tres mujeres tejiendo junto al mar. En el fondo vemos un barco de pesca en el mar, mientras que en primer plano, tenemos a las tres damas charlando alegremente mientras tejen.

El tercer cuadro de Jozef Israels con este motivo se titula Esperando con ansia. Una vez más la mujer que vemos sentada en las dunas mira el mar. En su rodilla se sienta su bebé. Está descalza, lo que nos habla del estado financiero de ella y su familia. El cielo tiene un tono naranja que indica una tormenta que se aproxima. Vemos las crestas blancas de las olas que significan que el viento está comenzando a aumentar en su ferocidad. Su esposo se fue de casa en el bote de pesca y aún no ha regresado y ella espera ansiosamente ver su bote.

Israëls fue uno de los artistas más importantes de la Escuela de La Haya, término acuñado por un crítico en 1875 para describir a un grupo de artistas que trabajaban de una nueva manera realista. Al igual que los postimpresionistas, estos artistas compartieron amistades más que un propósito artístico común. Esta hermosa acuarela de una niña mirando al mar se inspiró en los pescadores empobrecidos y sus familias con quienes Israëls se encontró por primera vez en 1855 en Zantvoort y Katwijk. La sencillez de la composición ennoblece a esta chica y crea un ambiente melancólico. El dibujo recuerda las simpáticas representaciones de campesinos de Millet, que Israëls habría conocido de su viaje a París y Barbizon en 1853.